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Por Nacer: IORIO, en solitario, avanzó a paso firme en el Oeste Bonaerense

Entre la vorágine cotidiana y la saturación de información, es bueno pensar en frío y pasar nota sobre lo siguiente: Ricardo Iorio está girando con su banda solista y planea lanzar nuevas ediciones discográficas; con este grupo aglutina la demanda de canciones que le reclaman hace quince años y, al mismo tiempo, estrena miembros de su nuevo proyecto mientras que convoca a Walter Martinez, un favorito de sus seguidores. Esta convivencia se muestra efectiva si la ejecución del repertorio es correcta, y su resultado es la solidez del proyecto y la potencialidad futura del mismo. Si Ricardo “está bien” nada puede fallar.

La cita para ver a IORIO era en Pinar de Rocha, un lugar que se ha abierto al público heavy hace unos pocos años, siendo antes el reducto exclusivo para la antítesis de este grupo, es decir, los habitués de la noche adornada por las “luces de discoteca”. Hoy, luego de polémicas, los grupos de Metal tocan en estos reductos, comprendiendo que el Rock como ideología es arcaico y reaccionario. Que haya paz.

Comienza la celebración con “Los Delirios del Defacto”, “1999” y “Sentir Indiano”, una seguidilla infalible que es la prueba cabal de que los himnos compuestos por IORIO con el correr de los años muestran su efectividad con el público nuevo, al mismo tiempo que los viejos seguidores se deleitan al ver sus sueños. Por supuesto, el público estalló en un éxtasis, casi ya premeditado por la ansiedad contenida durante tanto tiempo. Con un sonido ideal – menos si se te ocurría ubicarte muy sobre los costados, lugar donde los instrumentos se perdían – nada podía salir mal y, precisamente, fue un concierto soñado para cualquier seguidor de IORIO, ya que no quedó rincón que no haya sido explorado. Bueno, es justo decir que Iorio y Flavio (1997) o Tangos y Milongas (2014) no tuvieron lugar, pero en un show de dos horas de duración con 21 canciones es perdonable que algunas obras queden relegadas. También, éste era el tercer show del grupo, motivo que no intimidó a los sólidos hermanos León (guitarra y bajo respectivamente) y a Rubén Martinez (guitarra rítmica), como tampoco a Walter Martinez (batería) y Joana Gieco (teclados). Todos de un alto nivel y un profesionalismo destacable.

El paso del tiempo caló hondo en Ricardo, un claro ejemplo de ésto es el uso de un atril con las letras de las canciones, pero aún así se lo vio en buena forma, con un pico en “Cuando Duerme La Ciudad” que lo tenía gritando hasta el umbral de sus posibilidades como en “Imágenes Fugaces” de Ayer Deseo, Hoy Realidad (2008). Es notable como IORIO se ve “rejuvenecido”, alegre y entusiasta en el escenario, cualidades imprescindibles para que su proyecto solista se renueve. Escuchar “Memoria de Siglos”, “Robó un Auto” o “Atravesando Todo Límite” era una muestra clara de que IORIO está intacto y nos daba reminiscencias de los viejos tiempos en los que con Almafuerte recorría la carrera de Hermética… para completar su performance le faltaría el bajo, ya que no se perdió líricamente, no perdió el tempo y su voz estuvo intacta.

El público se renueva y ahora es el mejor momento para hacerlo. Desconozco si éste proyecto planea tener una vida más allá de conciertos esporádicos, pero los nuevos espectadores están presenciando un punto de inflexión en la carrera solista de Ricardo Iorio, en su debut tan esperado que se tomó 19 años en producirse – todos sus discos se editaron sin presentación alguna -. Nuevas remeras, pensamientos e ideologías conviven dentro de esta heterogénea historia que acaba de comenzar, que no son ajenos a Carina Alfie tocando “Guitarrera” adelante suyo – impensado años atrás – o a “Justo Que Te Vas”, que es recibida con particulares elogios, aunque la historia detrás de esta canción tal vez les sea ajena. Mientras IORIO interpreta “Voy a Enloquecer”, un clásico de V8 con 29 años, también se ve el otro extremo: jóvenes usando remeras con el logotipo de PSR, una clara muestra de que hay lugar para todo tras las ideas de Ricardo.

Un punto bizarro del show fue el video de quince minutos con sketches de Peter Capusotto, situación que impacientó, con mucha razón, a las huestes. El segundo momento bizarro fue la breve aparición de Beto Casella en el escenario por insistencia de IORIO. ¿Alguien dudaba de esta amistad? Parece que la proyección de Ricardo es cada vez más independiente, haciendo lo que el quiere – como siempre fue – pero ahora renovando algunas filas y recuperando facetas que se creían olvidadas.

Así comienza otra curiosa y polémica incursión de IORIO, cada vez más nacionalista a ultranza. Esta vez de buen humor, con una banda de primer nivel y muchísimas promesas. Convergerán ideologías, curiosos pensamientos y reflexiones existencialistas, como todo lo que rodea al artista. Veremos qué sucede con otra de las apuestas de uno de los artistas más polémicos del Rock Nacional. Sí, Rock Nacional, porque esa es la categoría que legitima a los artistas del Rock y sus derivados en Argentina, así que para entrar simbólicamente en ese mundo hay que usar ese tipo de recursos.

Facundo Guadagno
Redactor en Rocktambulos
Antropólogo social y cultural, escritor, escéptico y crítico
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La foto utilizada como portada de esta crónica es de archivo y pertenece a ALMAFUERTE. Créditos fotográficos: Beto Bocchia

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