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Melancolía optimista: Así suena “A Moon Shaped Pool”, lo nuevo de RADIOHEAD

“Sabemos dónde vives:” este fue el críptico mensaje que, acompañado de una frase de la canción “Burn the Witch,” mandaría RADIOHEAD por el correo a las personas que previamente habían hecho pedidos a través de la tienda de su portal web.

A pesar de no haber sido una especie de espeluznante carta de amor, sus fieles fanáticos la interpretaron de esa manera: se leía en las redes la gran ola de anticipación por el esperado “LP9,” apelativo que se usó para referirse a la hipotética próxima producción de los nativos de Oxfordshire. La emoción no hizo sino aumentar cuando luego, en una enigmática maniobra, toda la información de las redes sociales de la banda fue borrada súbitamente, dejando en su lugar fondos en blanco.

Sin importar cual haya sido el significado de las extrañas hazañas publicitarias, de algo estamos seguros: nos encontrábamos frente al preámbulo del próximo álbum de estudio del quinteto británico; uno lleno de composiciones elaboradas, -en especial los arreglos de cuerda de Jonny Greenwood que fueron ejecutados por la Orquesta Contemporánea de Londres– ritmos impresionantes, ambientes melancólicos, y letras brillantes con mensajes amorosos, políticos y sociales llenos de esperanza en un mundo que hoy en día se siente tan oscuro.

Titulado A Moon Shaped Pool, este LP de once canciones nos ha dejado la impresión de que fue hecho por una banda cuyos miembros –Thom Yorke, Jonny Greenwood, Colin Greenwood, Ed O’Brien y Phil Selway- a pesar de su extenso catálogo, siguen teniendo una visión clara de cómo quieren sonar. Esta visión, como siempre, fue plasmada de la manera más fresca y creativa, a pesar de ser tan diferente al resto de su discografía, pero sin separarse mucho de ciertos elementos distintivos que siempre han surgido en sus producciones y que las hacen grandiosas.

Al tan solo sonar los primeros acordes de la coordinada y violentamente orquestada “Burn the Witch,” tenemos una demostración de un sonido que, no solo es complejo, denso y profundo, sino también experimental, cambiante y muy diferente a cualquiera de las aventuras musicales por las que ha pasado la banda. Pero eso no quiere decir que no suene como el mismo RADIOHEAD de siempre. Al contrario: la agrupación mantiene un característico elemento sonoro a través del álbum; una atmósfera particular que sirve como factor de unicidad a pesar de lo diferentes que son algunos temas entre sí, y que siempre ha servido para identificar al conjunto.

Y la demostración más clara de este concepto es la transición entre la hermosa balada etérea, “Daydreaming,” –segundo sencillo del álbum, luego de “Burn the Witch,” y cuyo videoclip dirigió Paul Thomas Anderson– la cual se siente, tal como lo dice el título, como si fuera parte de un sueño diurno del cual no se quiere despertar, y la fluida “Decks Dark,” que sirve como sutil despertador con su tranquilo ritmo y piano recurrente, y que paradójica y genialmente, también posee guitarras distorsionadas crecientes. El tempo de este tema luego nos lleva suavemente hacia “Desert Island Disk,” en la cual resalta la composición de la guitarra acústica y una letra introspectiva sobre las relaciones de pareja que nos dice que “Diferentes tipos de amor son posibles.”

Sin embargo, siendo este un disco de RADIOHEAD, ya va llegando la hora de poner las baladas a un lado y moverse con el ritmo de “Ful Stop;” una de las canciones más electrónicas y menos convencionales de A Moon Shaped Pool, y que no podemos evitar comparar con la producción anterior de la banda, The King of Limbs, (2011) debido a su inquieto ritmo y sus numerosos sonidos sintetizados y elementos electrónicos, que sirven para mantener a los oyentes atentos ante los numerosos detalles y texturas de la pista, que además van acompañados del usual comentario político-social representado mediante frases como: “Has arruinado todo,” y “La verdad te arruinará;” refiriéndose a escándalos políticos de tiempos recientes.

Luego el ritmo se detiene súbitamente y nos dirigimos hacia un mundo distinto, uno visto a través de ojos de vidrio: la calma, lentitud y densidad de “Glass Eyes,” que podría tratarse de la “Pyramid Song” de A Moon Shaped Pool debido a su belleza y su curiosa composición. Su melancólica letra, quizás inspirada por la separación de Thom Yorke con la experta académica y artista Rachel Owen luego de una relación de 23 años, no debe considerarse deprimente de ninguna manera, puesto que se trata de una bella despedida de lo que fue una estable relación que terminó en buenos términos. La separación es un elemento recurrente en el álbum, también referenciada en “Daydreaming” con la frase “La mitad de mi vida,” que se escucha al revés al finalizar la pista, debido a que de los 46 años del vocalista, 23 de ellos los compartió con Owen.

Tras la curiosa pausa rítmica de “Glass Eyes,” sigue “Identikit,” otro movido tema al estilo de la música solista de Yorke, pero este más inclinado hacia el uso de guitarras que el de máquinas. Esta es otra característica que domina el álbum: el menor uso de aparatos en comparación con The King of Limbs, y que trae recuerdos de In Rainbows (2007). Continuamos con “The Numbers,” pista que fue tocada en la Cumbre del cambio climático en París hace un año. Este tema, liderado por la guitarra acústica, hace referencia al poder que tiene la gente en lo que al cambio se refiere. “El futuro está dentro de nosotros, no está en otra parte,” canta el británico con su característico falsetto.

Present Tense,” uno de los puntos más destacados del álbum, es una ecléctica amalgama de varios ingredientes que comúnmente no se hayan en una misma composición: un ritmo brasileño, parecido al de la samba, pero realizado con un tambor electrónico. En ella se expresa el concepto de usar al baile como un arma para olvidarse del pasado y de las preocupaciones, al igual que la clase de olvido que se forma al estar en una relación: “En ti me pierdo,” una de las letras más icónicas del álbum, demuestra claramente este concepto, tan triste como hermoso.

La largamente llamada “Tinker Tailor Soldier Sailor Rich Man Poor Man Beggar Man Thief” es quizás uno de los puntos bajos del disco. Tiene un sonido poco memorable, pero que posee la peculiaridad de emitir un sentimiento parecido al de estar dentro de un reloj gigante a destiempo, lo cual, acompañado de los brillantes arreglos de cuerda de Jonny Greenwood, hace que esta sea una pieza que, a pesar de ser de las menos resaltantes del álbum, aun así sea bastante decente.

Acercándose ya el final de los etéreos movimientos de la Luna, llega el momento más interesante de la grabación: la anticipada interpretación de estudio de “True Love Waits.” Un clásico de las presentaciones en vivo de RADIOHEAD desde hace más de diez años, fue una gran sorpresa verlo incluido en este proyecto. Con su delicada pero persistente voz, Thom canta que “El amor verdadero espera.” La buena música también, puesto que la anticipación para que esta hermosa canción saliera a la luz, y sirviera como despedida para lo que fue un álbum muy bien realizado, definitivamente valió la pena.

Contrastando de gran manera con las versiones en vivo en guitarra acústica, este lento tema evoca una fuerte emoción, como era de esperarse. A través del uso del piano en vez de la guitarra, y de arreglos electrónicos casi espontáneos, la banda hace un precioso adorno para la misma letra que hemos conocido desde hace tanto tiempo: una que es tan suave y gentil que fácilmente se podría confundir con la de una canción de cuna.

La canción es sobre la dedicación que existe en una relación. El protagonista sería capaz de hacer cualquier cosa, si tan solo ella se quedara. Sin embargo, esto podría juntarse con la temática lírica del resto del disco para interpretarse de una manera adicional.

Citando a Vincent Van Gogh, “Elegí la clase de melancolía que tiene esperanza; que lucha y que sigue adelante; en vez de la que se rinde, entumecida, ante la desgracia.” Se sabe que su relación terminó y que no seguirán estando juntos; y se sabe que la situación actual en el mundo está gris; que el año fue fuerte por muchas razones y que es difícil tener optimismo. Sin embargo, esa no es razón para rendirse. Eso no justifica el no seguir luchando. Y seguiremos luchando, “un día a la vez.”

Gustavo Román
Colaborador en Rocktambulos
Fotógrafo, músico y estudiante de cine. Viviendo Buenos Aires
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