El Tiempo de una Vida: RICHIE KOTZEN volvió a Argentina con su proyecto solista

El pasado domingo 16 de Julio el emblemático Teatro Flores recibió a RICHIE KOTZEN. El músico pasó por Buenos Aires para ofrecer un concierto en el que presentaría su más reciente creación, teniendo a todo un recinto clamando por él de manera ansiosa en una devoción que podía percibirse antes de que comience el show, dentro del marco de una helada noche que invitaba a encerrarse en un local de la ciudad a escuchar el sofisticado Rock que el multifacético artista suele brindarnos.

La velada la comenzaba ARPEGHY desarrollando su set con un más que correcto sonido, donde su performance mostraba con claridad la experiencia que tienen sobre el escenario, también una justificación a sus diez años de vida que cumplen actualmente. Para esta altura, ya era notable que El Teatro se encuentre colmado, con muy pocos espacios libres, gente vociferando a los cuatro vientos por Richie y la ansiedad canalizada por ver al prodigioso músico. Súbitamente a las nueve de la noche el telón se abre solo para probar sonido, pero esto no calma a las fieras, sino que alimenta el hambre de un teatro donde no cabe ni un alfiler.

“End of Earth” sería el comienzo del show de RICHIE KOTZEN en Argentina, el track que abre a su última placa y que presenta al trío en su formato más rockero, más “suelto” y relajado, una composición que parece que a Richie le salió tan naturalmente como respirar, seguida por el clásico “Socialite” y luego “Meds”, otra gran pieza de Salting Earth. Efectivamente, la más reciente producción del músico de Pensilvania tiene una solvencia notable para comenzar un show. De hecho, otros estrenos como “My Rock” y “Cannon Ball” también tuvieron una gran repercusión en el público, aunque la primera de éstas se cantó como un nuevo clásico, con Kotzen en teclados y llevando su registro agudo al máximo.

Algunas cosas no estaban bien durante el primer tramo del show: las frecuencias altas se chocaban – más que nada platillos con guitarra y voz – y los toms de la batería como el bajo podían saturarse en cualquier momento. Richie pidió unos minutos para mejorar los desperfectos técnicos y todo se solucionó para regresar con “Love is Blind”.

Ya ingresando dentro del set acústico, es preciso remarcar la sofisticación, precisión y delicadeza con la que se ejecutaron “I Would”, “High” y “Doin’ What the Devil Says to Do”: Dylan Wilson hizo lo que quiso con su bajo acústico, mientras que Mike Bennet llenó de excelentes arreglos a su cajón. Posteriormente, Bennet se luciría en un solo de cajón y batería. Por supuesto, la performance de Richie no quedó opacada, el todo tuvo un aporte de cada músico para lograr este standard tan elevado.

El final sería para enmarcar, para guardar y atesorarlo como un momento único: “This Is Life”, una balada íntima que forma parte de Salting Earth, y otra prueba de la altura que posee la última placa de RICHIE KOTZEN. La noche no podía terminar en un momento más álgido: “con la esperanza de que todo va a estar bien”, como dice la canción, luego de esto, solo quedó presentar a la banda y retirarse.

Como si se tratara de una obra más, Salting Earth (2017), el último disco de RICHIE KOTZEN, no tuvo una gran repercusión, cuestión que se torna algo insultante ante la altura de un notable compositor como es el oriundo de Pensilvania, más aun si consideramos el nivel que caracteriza a su más reciente trabajo. Posiblemente una mala impresión para el buen Richie, pero parece que en Buenos Aires esto no ocurrió y Kotzen llenó El Teatro de Flores de fans que esperaban con ansias escuchar sus nuevos temas y su característico rock.

Y así, bajo el marco de una fría noche, RICHIE KOTZEN volvió a presentarse en Argentina, esta vez para demostrar su vigencia dando cátedra con su más reciente álbum. No puede pedirse nada más ante lo que se acabó de ver, simplemente que el tiempo para reencontrarse no sea mucho, aunque más allá de cuánto sea, siempre esa necesidad se sentirá como una eternidad.

Facundo Guadagno