¡Sigue Importando! TREN LOCO celebró en el Teatro Vorterix de Buenos Aires #Reseña

¡25 años de “¡No Me Importa!”! TREN LOCO ha sabido moverse de manera casi subrepticia en la escena del Metal pesado nacional. DVD’s, un libro, un sello propio y una prolífica carrera que hasta encuentra proyectos paralelos de sus integrantes. Aún así, no llegan al núcleo duro, a la masificación como otros popes de la escena. Hace veinticinco años se lanzaba un disco seminal, “No Me Importa!” y este diciembre veía el momento justo para celebrarlo, por supuesto resultando casi de gala al ser la cita en el renombrado Teatro Vorterix.

Espero que el lector sepa disculpar la centralidad de nota, pero hay ciertas cuestiones de la vita cotidiana que a veces impiden la concreción de un proyecto. Por estas desfavorables razones, llegamos al recinto de Álvarez Thomas a las 21:00 hs, es decir, a treinta minutos de la presentación de TREN LOCO. Disculpas a Aoni Kenk, Roascio y Voltios. Ahora, situándonos en el horario y observando el panoraba, ¿iba a haber un público que haga honor a la obra que se estaba por presentar en vivo? La hora se acercaba y el vacío de convocatoria era alarmante… hasta que, de repente, a las 21:30 la banda de Zavala y cía. salió al escenario y Vorterix se pobló como si de un chasquido de dedos se tratase. Lejos se estaba de un lleno total, pero no me importa – sí, realmente deberían dejar de leer al ver semejante analogía – ya que los presentes vivían, realmente, el show con una intensidad remarcable.

El álbum se sucedía y, mientras tanto, presencié una serie de pogos brutales: evidentemente, si había espacio había más lugar para festejar. El pogo era violento, pero estaba demarcado en el centro; a los costados se apreciaba la música cortesía de un muy buen sonido, cuestión siempre difícil cuando se tiene a un cantante con un timbre tan agudo como Carlos Cabral. La impecable actuación de la banda se vio avivada por una cuestión llamativa, al menos para mí; TREN LOCO conjugó público de varias generaciones. Conocida por ser una banda vieja escuela se podía divisar al motoquero veterano, los heavies más tradicionales, debutantes de alrededor de quince años con los ojos bien abiertos ante lo que sucedía frente a ellos y un público joven alrededor de los veinte a treinta años. Suena “Tempestades”, ese himno que llevó a la banda a Japón hace más de 20 años, y la fiesta culmina. La salida de los presentes sólo tiene muecas de alegría, siguiendo la fiesta en otros lugares.

El tren no para: la banda se encuentra en excelente forma y parece contar con un grupo de fieles fuerte. Celebro la diversidad del público y la ejecución del arte de manera óptima, es decir, con un sonido acorde. El aniversario de “No Me Importa!” fue un éxito y sólo los presentes lo saben; los demás, estén atentos para la próxima.

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