Llegué al Teatro Flores con el tiempo justo y con esa sensación de presenciar un show que promete algo grande, como siempre nos acostumbra NVLO desde sus inicios y, aún más, en este momento donde la banda atraviesa un presente álgido y crece a pasos agigantados.

Exactamente a las 21:33, las luces se apagaron y el rugido del público acompañó el inicio puntual del set. El “Círculo” comenzó a abrirse y girar como un pacto entre banda y fans: acá no hay espera, hay devoción. No hay seguidores, hay fieles.

La excusa del Ritual fue la presentación de NOXA, su nuevo EP de cuatro temas, y así fue como el primer golpe de sonido llegó con “Ambición”, dejando en claro lo que venía, lo que todos esperábamos: un audio impecable, nítido pero demoledor, con cada breakdown cayendo como un mazazo en el pecho. NVLO no tiene concesiones, suenan afilados, compactos y tienen una seguridad absoluta en lo que saben hacer. A esta altura, con diversas presentaciones encima en el Teatro Flores, manejan el escenario, y el pasado domingo 16 de noviembre fue una prueba más de ello, recorriendo un gran setlist compuesto por 20 temas.

Pero lejos de apoyarse únicamente en el estreno —celebrado por todos—, la banda equilibró el set repasando lo mejor de su discografía, generando un ida y vuelta perfecto entre novedad y clásico. Días antes del show, la banda invitaba a su público a presenciar en carne propia cómo defendían su nuevo material. Y así fue: cada tema nuevo detonó como si ya fuese un favorito, y cada tema viejo confirmó por qué NVLO se ganó el lugar que tiene hoy.

La noche tuvo invitados de lujo, sumándose en el momento justo para elevar la temperatura del Teatro Flores: Rodrigo Plasencia, cantante de BOLO, encendió el escenario; luego llegaron Iván Suárez y Brian Di Franco, vocalista y bajista de DESCARNADO, y finalmente Cristian Rodríguez, voz de la mítica AVERNAL. Sus apariciones fueron celebradas por el público, y cada grito, cada gutural compartido con León E. Pardo, reforzaba esa sensación de comunidad que rodea a la escena extrema local.

La puesta en escena acompañó perfectamente la brutalidad del sonido; para mí, impecable en un venue donde ese factor no es una constante: luces precisas, oscuridad estratégica, humo dosificado, sin exageración pero con intención. Hubo momentos más catárticos que otros, pero todos tuvieron un hilo en común: una banda segura, cada vez más profesional, que entiende a su público y se permite disfrutar. NVLO no tocó como quien cumple una fecha, sino como quien se planta frente a su gente sabiendo que ese día puede quedar grabado en la retina de todos.

Con más de una hora de show, la banda se despidió con una tríada explosiva que recorrió pasado y presente: “Claridad”, “Péndulo” y “Redención”. Obviamente no fueron temas elegidos al azar: querían terminar de demoler el Teatro y dejar en claro su identidad con dos clásicos absolutos y el desenlace del nuevo EP. Cuando llegó el final, había una mezcla de agotamiento y euforia que solo sucede en los recitales donde banda y público entregan todo.

Salí del Teatro Flores con la sensación de haber visto algo que confirma el presente de la banda, pero también su futuro. NVLO logró captar la atención de los más jóvenes y, a su vez, del metalero con más años encima, generando un híbrido muy interesante en su público, justamente porque están en un momento punzante, con un vivo sólido y una base de fans que los acompaña con lealtad incondicional.

Fue una fecha intensa, un recordatorio de por qué la escena extrema argentina sigue creciendo y por qué bandas como NVLO son clave para empujarla hacia adelante.

©Todas las fotos fueron tomadas por José Luis de Simone para Rocktambulos / Todos los derechos reservados