Con 26 años de carrera sorprende que RANCID nunca haya visitado Argentina. Para muchos fue agridulce la noticia que anunciaba la visita de la banda en el marco del Lollapalooza, pero para alivio de quienes disfrutamos los recitales más íntimos, se anunció un sideshow en el Teatro Flores, el cual se agotó en un parpadeo.
¿Promotoras de un banco adentro del Teatro? Si, no olvidemos que esto es una organización del Lolla, y por más crestas punk y actitud adolescente que haya flotando en el aire, esto es un sideshow, y junto con las promotoras también hubo mucha presencia policial en la calle y lo mismo con el vallado a fin de evitar colados, buena organización en fin.
Para la hora señalada el local se encontró colmado, y luego del paso de la leyenda del Buenos Aires Hardcore NO DEMUESTRA INTERÉS y una espera que se hizo larguísima, se abrió el telón. Tim Armstrong empezó a entonar “Radio” y con la entrada de la batería la gente se agolpó contra las vallas y se desataron el baile y el pogo que durarían lo que el show. Luego, sobre el cierre del mismo, Lars le diría al público argentino lo que siempre quiere oír: que son una de las mejores audiencias y probablemente este haya sido uno de sus mejores conciertos. La sospecha ante una posible demagogia siempre está, pero en ciertos casos la fiesta es tal que cuesta creer que los músicos no sean sinceros.
No hubo respiro durante los primeros temas, “Roots Radicals“, ” Journey to the End of the East Bay“, “Maxwell Murder“, “The 11th Hour” y “Nihilism” fueron un caos y se dieron uno detrás del otro. Con un Tim saltando y viviendo las canciones con esa manera tan particular que tiene, pero nunca descuidando el micrófono, el desempeño de la banda fue impecable, logrando minimizar el hecho de que el sonido no fue bueno, sino más bien todo lo contrario.
Si bien es el señor Armstrong -o Tim Timebomb en su carrera solista- quien se lleva todos los flashes, el verdadero maestro de ceremonias es Lars, ya que es quien presenta las canciones y el único que charla con el público mientras el resto se toma un respiro. A veces ese descanso por parte de Matt y especialmente Tim se alarga demasiado, por lo que Lars tiene que salir al rescate con “The Wars End“, tal como ocurrió el jueves por la noche.
Si hay algo bueno que encuentro en RANCID es que rara vez dejan fuera de la lista los hits, por lo que la probabilidad de luego emprender la retirada habiendo escuchado gran parte del repertorio más famoso de la banda es alta. La sorpresa de la noche no me la llevé por temas de …And Out Come The Wolves (1995), su disco más célebre, sino por otros más recientes como “East Bay Night” o “Last One To Die“, esta última dedicada a sus colegas METALLICA. Canciones de la primer época como “Rejected” y “Black and Blue“, en los que Matt y su graciosa voz toman el control; “Hoover Street” o “I Wanna Riot“, de las cuales la última no pertenece a ningún álbum del grupo sino que fue hecha para el sountrack de la pelicula Beavis and Butt-Head Do America, fueron la grata sorpresa de la noche para muchos de los presentes.
El gran highlight vino con “Fall Back Down“, cuando Tim bajó con su guitarra y se subió al vallado, dejando que la gente tocara su histórica y desgastada Gretsch en el momento de su solo. Lo mismo sucedió sobre el final luego del himno ska “Time Bomb” con “Ruby Soho“, sólo que esta vez Armstrong bajó con el micrófono para que fuera su público quien cantara lo último de la canción que finalizó un concierto histórico, con aspectos positivos por donde se lo mire, exceptuando el sonido, el cual, repito, no pudo opacar la performance de RANCID ni la de la audiencia. Seguramente nos estaremos viendo otra vez muy pronto.