En una auténtica velada obligatoria para cualquier fan del Death Metal, el tributo a DEATH, DEATH TO ALL, regresó a Buenos Aires, Argentina, para presentar los clásicos de la banda, precisamente el martes 19 de marzo en El Teatrito de la Ciudad de Buenos Aires.
El tour, de particular nombre, se llamó “Muerte Por Vida, Muerte a Todo”, y más allá de alguna polémica, es mejor una banda tributo antes que pretender que un rejunte de músicos, por más excelsos que sean, representen a la banda original usurpando su nombre. Para evitar tal despropósito, los todopoderosos Steve Di Giorgio (bajo), Bobby Koelble (guitarra), Gene Hoglan (guitarra) y Max Phelps (guitarra y voz) se reunieron bajo el nombre de DEATH TO ALL. Sí, todos ex-miembros de DEATH – menos Phelps, que pertenece a CYNIC -, sin el irremplazable Chuck Schuldiner. Todos sabemos que nadie puede acercarse ni a sus talones, así que un tributo no solo es digno, sino que es justo.
La jornada comenzó con los muchachos de LESA HUMANIDAD, quienes pese a lo temprano de su comienzo, contaron con el apoyo incondicional de los fans, que a, puro headbang – casi a punto de perder la nuca – demostraron que el Death sigue vivo en Buenos Aires. Mención especial a “Hegemonía Perversa”, un clásico entre sus seguidores. BUENA MUERTE, algo más mórbido, con canciones como “Destruiste la Mente de un Niño” o “Crónica de un Asesino”, tomó las tablas con un sonido algo alto pero, no obstante, con la necesaria claridad para desplegar el poder de este destacable power trío. Llegò el turno de DISLEPSIA, quienes no bajaron la intensidad, pero supieron apostar a sonidos más densos cuando se lo requirió. Para esta altura, El Teatrito era una auténtica fiesta death.
Ahora sí, el dream team se va acercando al escenario y comienza a sonar esa joya que es “Open Casket”, del eterno Symbolic (1988) seguida por el auténtico himno: “The Philosopher”. No pude evitar recordar un comentario de YouTube que leí hace poco sobre este proyecto, y parafraseando, decía algo similar a esto: los músicos interpretan esto sin ninguna falla y la gente no se percata de lo difícil que son estas canciones. Bueno, se entiende la reflexión, pero a menos que se haya estudiado teoría musical, sería imposible darse cuenta al detalle. No obstante, lo que impresiona, shockea y deja boquiabierto es que este dream team ni siquiera se inmuta ejecutando estas piezas que, efectivamente, son todo menos fáciles.
Por alguna razón, DEATH es una banda que se convirtió en un grupo de culto. ¿Quizás por la rápida desaparición física de su líder? Puede ser, pero me suena a un argumento algo endeble. La realidad es que los presentes entonaban las líricas como si no hubiese mañana, o explotaban en extásis en la archi-compleja “Scavenger of Human Sorrow” de The Sound of Perseverance (1998). En este tipo de composiciones se lucieron dos de mis músicos favoritos, ¡y encima en tándem! Di Giorgio y Hoglan, dos instituciones del Heavy Metal, uno con su bajo fretless y otro demostrando ser un pulpo tras los parches.
Es curioso como Hoglan parece una auténtica máquina: de hecho, las únicas interacciones con el público eran sonrisas de complicidad mientras hacía y deshacía tras los parches. Di Giorgio fue quien se puso el equipo al hombro, tomó el micrófono, rememoró viejos tiempos, agradeció a los presentes, gritó “¡vivan los viejos!” (!) cuando recordó de qué álbum era “Spirit Crusher” y, lo más importante, remarcó que todo esto era para revivir el legado de Chuck Schuldiner.
La banda se paseó por toda la discografía de DEATH, los temas largos que tanto nos gustan como “Flesh and the Power It Holds”, o los contundentes golpes al mentón de unos pocos minutos, tal es el caso de “Infernal Death”. Incluso se dieron el lujo de zapar con la canción “Black Sabbath”, que aunque fue por unos segundos, nos dio una muestra de la calidad sonora de estos músicos, que tranquilamente podrían hacer un tributo a Sabbath o a cualquier banda pesada.
Max Phelps, que no interactuó con el público, es de perfil bajo pero de una ejecución sublime. Entre las luces y el sonido perfecto, parecía que estuviéramos escuchando a DEATH. La voz es muy similar e incluso el porte en el escenario. El dúo de seis cuerdas lo culminaba Bobby Koelble, en algo que parecía una sana competencia por ver quién hacía mejor las cosas.
Mientras la lluvia azotaba al área metropolitana de Buenos Aires, la banda terminó su set con el archi coreado “Crystal Mountain” – sigo impresionado con el conocimiento lírico del público – y no había tiempo para el acting de los bises, así que la banda se fue, volvió en cuestión de segundos e interpretó “Zombie Ritual”, “Spirit Crusher” y “Pull the Plug”, estos dos últimos con un pogo salvaje. La vara quedó altísima, el sonido fue perfecto y se dio una de esas noches que serán tema de conversación si de shows históricos se trata. DEATH TO ALL dejó su marca en Buenos Aires.
©Todas las fotos fueron tomadas por Carlos Martínez para Rocktambulos / Todos los derechos reservados