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“Year Of The Tiger” de MYLES KENNEDY: ¿Otra Raya Más Al Tigre? #Reseña

Los álbumes solistas son una gran oportunidad para ahondar en las capacidades propias de un artista particular, lejos de sus aportes para con proyectos cuyos senderos están, en rasgos mayores, ya trazados. Dicho de otra forma, son oportunos para ver sencillamente qué haría un determinado músico cuando las responsabilidades compositivas recaen plenamente sobre sus hombros.

MYLES KENNEDY, conocido internacionalmente por su trabajo junto a ALTER BRIDGE y SLASH, fue quien tomó el timón de este barco llamado Year Of The Tiger, un álbum que en sus 50 minutos transita aguas tanto calmas como turbulentas -pero no por una cuestión de agresividad-. El mismo se posiciona a un horizonte de distancia de los ataques hard-rockeros a los que el cantante nos tiene acostumbrados. Todo lo contrario, a la hora de dar play se tiene por delante una travesía introspectiva marcada por delicadas guitarras acústicas.

Catarsis Musical

La columna vertebral del lanzamiento, tanto para lo musical como para lo lírico -fundamentalmente este aspecto- parte de 1974, el Año del Tigre en el calendario chino. Más allá del significado espiritual de la fecha en sí, se trata del año en el que el padre de Myles fallece a causa de enfermar y tomar la decisión de no tratarse dadas sus creencias religiosas provenientes de la Ciencia Cristiana. La misma, entre otras cosas, cree en el poder de la sanación a través de la oración…y Myles quedó con una herida abierta durante 40 años gracias a ello, algo que se verá reflejado en las letras (“Blind Faith”). La figura de su padre es entonces el núcleo en torno al que orbita cada canción.

“Year Of The Tiger” será el que marque el espíritu del álbum, pero lejos de spoilearnos todas las sorpresas, es sólo la punta del iceberg. Con una mezcla de bluesrock sureño, y algunas pizcas de música oriental, es un comienzo prometedor y fresco que extiende sus raíces por todo el LP.

“In the year of the tiger,
Into an ocean floor,
Threw his ashes to the wind, then walked away.

In the year of the tiger,
I got no time to waste,
A resolution to keep fighting and remain!”.

Aunque hoy en día MYLES KENNEDY sea popular por poseer una voz que desconoce de límites -principalmente en los agudos-, para esta ocasión se enfocó en su registro grave (“Haunted By Design”), en sintonía con la oscuridad del material. El enfoque está dado para que la voz se luzca. Esto no significa que el tratamiento de lo instrumental quede relegado. Su papel será secundario pero crucial para resaltar la belleza de las composiciones.

Kennedy expresó su deseo de que el registro de cada composición fuese lo más honesta posible, fiel a una expresión de la cultura japonesa conocida como “wabi sabi”, que significa “encontrar la belleza en la imperfección”. Aunque la música esté lejísimos de escucharse imperfecta, el sonido general sí va por ese lado, siendo “orgánica” la mejor palabra para definirla.

Pese a los elementos mencionados -junto a unas claras referencias a Led Zeppelin III (1970)-, Year Of The Tiger es mayormente inclasificable. Y acústico, como ya mencioné. “Devil On The Wall” es apenas el único momento que puede llegar a considerarse rockero, tal vez por ser la más rápida y más afín a lo esperado por el fan clásico de Myles. Aun así, no desentona con el resto e inyecta una dosis de gancho que rompe con la abundancia de temas medios/lentos. Lo mismo sucede con “Great Beyond”, aunque en su caso, resalta por ser la más osada y majestuosa de las 12 canciones que conforman la obra, incluyendo elementos sinfónicos y uno de los pocos momentos prominentes de una guitarra eléctrica.

“Nothing But A Name” merece una mención especial por ser tal vez el track más desgarrador de todos. Una carta abierta -igual que lo es “Blind Faith”– a su padre sobre las preguntas y dudas que le surgieron durante todos estos años. “¿Le gustaría a mi papá mi música?, ¿Le gustaría como soy yo?, ¿Estaría orgulloso del hombre en el que me convertí?” son algunas de las que Myles dice tener sobre el hombre que es, hasta cierto punto, sólo un nombre para él.

“Your conviction, your belief,
How could you choose that over me?
I still miss you now,
Goddamm, I miss you now”.

Aunque un final con “Love Can Only Heal” -prepara el encendedor para cuando suene en el show- hubiera significado una placa más redonda, “Songbird” y “One Fine Day” sirven para dar un cierre con una nota positiva y esperanzadora.

Es curioso saber que éste sería algo así como el “2do álbum solista” de Myles. Hace 7 años había compuesto lo que originalmente iba a ser su debut, pero debido a que no estuvo satisfecho con los resultados obtenidos, ese material fue finalmente desechado. Fue después de averiguar sobre el significado personal que el Año del Tigre tenía, para él y su familia, que encontró la dirección hacia la cual debía llevar las letras, y por consiguiente, la música que encajase con ellas. No es exactamente un dato relevante hoy debido a que la música que llegó a la versión final de Year Of The Tiger fue compuesta en un período de 6 meses antes de su grabación. De todas formas, impresiona la capacidad del cantante para hacer borrón y cuenta nueva. Mal no le fue.

La Música Sólo Puede Sanar

Sonará redundante mencionarlo, pero el contenido lírico es trascendental en Year Of The Tiger. Si las canciones hablaran de sandeces superficiales, la música perdería fuerza y corazón. Como si se tratara de organismos simbióticos, se ayudan mutuamente para crear efectivas piezas. La prueba está en que la música logra hacer partícipe del viaje emocional de su creador a quien la escuche. Siendo ajenos a la familia de Myles, es destacable.

Brindo entonces por estos artistas que dan el salto desde esos lugares a los que estamos acostumbrados a verlos, y logran caer bien parados en nuevos desafíos artísticos, especialmente si tratan temas tan sensibles como la muerte de un padre. Muchas de las mejores placas de la historia fueron concebidas en los momentos más oscuros de sus progenitores, o basadas en experiencias que los marcaron para toda su vida. MYLES KENNEDY logra bucear en su propio dolor familiar y emerger triunfalmente con una placa que “no es otra simple raya al tigre”. Un gran álbum para reafirmar la fe en los increíbles poderes sanadores de la música.

Roger Alan Provan
Colaborador en Rocktambulos
La música, sin importar el género, popularidad, año o país de origen, tiene una chance en mis oídos. En ella encuentro mi camino.
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