Epicus Doomicus: CANDLEMASS festejó 40 años de epicidad en Argentina #ReseñaReseñasShows (Así Fue) por Facundo Guadagno - 05/09/202506/09/2025 En 1986, cuando CANDLEMASS editaba Epicus Doomicus Metallicus, el Doom Metal era todavía un territorio inexplorado – claro está, las bases del mismo habían sido asentadas por los pioneros y a la vez siempre adelantados, BLACK SABBATH -. Aun así, era una posibilidad sonora que la banda sueca se atrevió a cartografiar desde la lejanía de Estocolmo para el mercado del Heavy Metal. Cuarenta años después, el jueves 4 de septiembre en The Roxy Live, el grupo demostró que ese primer mapa sigue siendo el más preciso para navegar por las profundidades del Metal Extremo, si se trata de regresar a sus orígenes y encontrar frescura en ellos.La ceremonia comenzó con los locales ARARAT, banda que encabeza el legendario Sergio Ch (bajo), pionero también del sonido Doom en las Pampas. Al menos, un nodo o traductor exitoso. De audio impecable, los presentes entraron a la hipnosis que su propuesta entre Doom y Sludge proponía.Leif Edling – CANDLEMASSEl recinto de Palermo Hollywood, con su capacidad íntima de 500 personas, funcionó como laboratorio perfecto para la química ceremonial que CANDLEMASS despliega en vivo. No era un concierto sino un ritual: la oscuridad, esencial para el grupo, funcionaba como elemento arquitectónico, el volumen como forma de presión atmosférica – de ahí las afinaciones fuera de lo estándar -, y la lentitud como estrategia que funcionaba como trance colectivo. La apertura con «Bewitched» estableció inmediatamente el denominador común: Johan Längqvist, de regreso tras décadas como vocalista, no solo canta, sino que invoca – y se tropieza en el escenario, aunque se recupera con oficio… cosas que pueden pasar -. Su voz, curtida por el tiempo, pero sin perder el registro operático que definió los primeros discos, transformó el tema en una declaración de principios: el Doom Metal no es solo música pesada ralentizada, sino arquitectura emocional construida con precisión quirúrgica. Las pruebas estaban en el cántico de los devotos que acudieron al Roxy, mientras afuera un frío gélido congelaba la Ciudad de Buenos Aires.Lars Johansson – CANDLEMASSLeif Edling, fundador y único miembro desde 1984, comandó desde el bajo una sección rítmica que funcionaba como máquina de guerra contra la aceleración contemporánea. No virtuosismo, pero sí precisión. «Dark Are the Veils of Death» y «Mirror Mirror» – un himno absoluto – confirmaron que CANDLEMASS no hace nostalgia sino actualización: el Doom como respuesta a la (no) apreciación de la música en una velocidad frénetica del algoritmo.La inclusión de «Sweet Evil Sun», del disco homónimo de 2022, demostró que la banda no se queda en la nostalgia y arropa su presente (al igual que su futuro), quedando claro que mantienen intacta su capacidad compositiva cuatro décadas después del debut. No hay diferencia estilística entre el material clásico y el reciente: CANDLEMASS ha logrado la paradoja de evolucionar sin cambiar, de mantenerse contemporáneos siendo anacrónicos por elección.Jan Lindh – CANDLEMASSEl inmenso «Under the Oak» funcionó como momento bisagra del show, una pieza que condensaba toda la filosofía estética de la banda: la naturaleza como refugio ante la modernidad industrial, la lentitud y la melancolía. El público de The Roxy Live, en su gran mayoría superior a treinta años, parecía entender que estaba presenciando no solo un concierto sino una clase magistral de cómo el metal puede funcionar como forma de inclusión y trance hipnótico. El agregado de temas no programados en fechas anteriores – «A Sorcerer’s Pledge», por ejemplo, donde el recinto en pleno hizo los coros a petición de Längqvist, – confirmaba que la banda había preparado algo especial para esta gira sudamericana. «Crystal Ball» y «Dark Reflections» confirmaron la vigencia del sonido CANDLEMASS: riffs pesados densos, baterías que golpean como si temblara el suelo. Pocas veces hemos visto una banda sonar tan pesado y a la vez tan nítido. Mats Björkman y Lars Johansson en guitarras construyeron, simplemete, paisajes sonoros, mientras que Jan Lindh marcaba con su precisión en la batería el contundente ritmo «doomicus».Mats Björkman – CANDLEMASSEl cierre con «The Well of Souls» y «Solitude» funcionó como epitafio perfecto: dos piezas fundamentales del repertorio que encierran todo el universo conceptual de CANDLEMASS. The Roxy Live resultó el espacio ideal para esta ceremonia de lentitud extrema. Su sonido prístino, técnicamente impecable, permitió que cada matiz de la performance del grupo llegara al público sin distorsiones ni interferencias. Era la primera vez que la formación actual visitaba Argentina, y esa condición de estreno se sintió en cada detalle: una banda consciente de estar escribiendo historia, un público consciente de estar presenciándola.Cuarenta años después, CANDLEMASS sigue siendo la banda que mejor entiende que el metal extremo no siempre necesita ser rápido para ser «pesado». A veces, la destrucción más efectiva es la que avanza con la parsimonia implacable que solo los históricos, los pioneros, supieron cimentar.Johan Längqvis – CANDLEMASSFacundo GuadagnoRedactor en RocktambulosAntropólogo. Politólogo. Escritor.©Todas las fotos fueron tomadas por Frank Hernández para Rocktambulos / Todos los derechos reservados View this post on InstagramA post shared by Rocktambulos (@rocktambulos)