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El Mal Nunca Muere: Así suena “Firepower”, lo nuevo de JUDAS PRIEST #Reseña

Probablemente nos encontremos ante un obituario particular, específico, como si se tratara del entierro hecho para una leyenda en especial. O, en una perspectiva más amplia, nos estemos topando con el fin de una era, al menos en el plano material, para solo pertenecer al mundo de las ideas.

JUDAS PRIEST se insertó dentro de una época en la cual el Heavy Metal fue absorbido por la industria cultural, convirtiéndose en tendencia. Hoy ya no puede hablarse de una realidad así, más bien la industria ha devorado al Metal y lo convirtió en una mercancía más. La velocidad de la información destruyó el culto al disco y su escucha como fetiche ritualizado: JUDAS PRIEST representa a la cultura heavy y su resistencia ante la fugacidad del eterno presente. Firepower, la más reciente obra del quinteto inglés, busca ser una continuación lógica, coherente, de su historia y la relación que ésta guarda con la tradición del Heavy Metal. La cuestión radica en si logra o no su cometido.

Sin una certeza de si se trata o no de su epitafio, el álbum no ahorra tiempo y comienza con la canción homónima, un recibimiento cálido que remite a la evolución del grupo, sin traicionar a su pasado: allí están las guitarras gemelas, mientras que la batería de Scott Travis suena, indefectiblemente, contemporánea y sintética. La línea conceptual continúa con “Lightning Strike”, un nuevo clásico, y “Evil Never Dies”, majestuosas piezas musicales, frenéticas, una combinación de violencia y orden para un muy buen comienzo.

El denominador común en toda la pieza es la búsqueda de efectividad, coronada siempre por estribillos gancheros que, sin embargo, adolescen de cierta repetición. Este es un punto que le juega de manera negativa a la placa, quizás también en algunas líricas que denotan pura divagación, como “Necromancer” o “Children of The Sun”.

La existencia del instrumental “Guardians”, un estricto interludio, sin mucho para aportar, pero que le da aire a la obra y otorga un pie para “Rising From Ruins”, el momento en el que se destaca Rob Halford (voz) como una auténtica institución del Heavy Metal, que a sus 66 años continúa creativo, con un caudal vocal rico en matices, para analizar de manera obsesiva. Otro de los puntos altos para el vocalista es “Spectre”. También se luce la dupla Tipton-Faulkner, los dos guitarristas que se han cargado la leyenda pesada sobre sus hombros, por supueston, con excelsos resultados. El riff de “Flame Thrower”, por ejemplo, es de los mejores de la placa y se ubica, directamente, en la vena de los trabajos que efectuaba la banda en los años 80’s, por supuesto, en sus puntos más altos.

Lastimosamente, más allá de que el concepto es bueno, y se presume efectivo, la gran mayoría de los momentos del álbum no dejan de ser monótonos, hasta el punto de escuchar a la virtuosa voz de Halford repetirse una y otra vez. Es un incómodo momento de gusto y cuestionamiento.

JUDAS PRIEST ha lanzado un álbum correcto, interesante para escuchar siempre que haya interés en buen Heavy Metal, pero no hay mucho más allá de eso. Que una banda legendaria no supere a un discreto “aprobado” da para reflexionar. Aún así, se puede celebrar la vigencia del quinteto, la edición de buenos singles, y su solidez en vivo.

 

 

Facundo Guadagno
Redactor en Rocktambulos
Antropólogo. Politólogo. Escritor.
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