No fue magia, realmente, pero sí fue sorprendente. Recuerdo la noche del 25 de Abril, o más bien la madrugada del 26, y la desolación que tenía al enterarme que a una semana de que MOTÖRHEAD estuviera tocando en mi país, en el marco del regreso histórico del Monsters of Rock a Argentina, Lemmy Kilmister había cancelado el show que su banda iba a dar en Brasil debido a otra complicación de salud. Los videos emitidos por Facebook mostraban a un Lemmy desmejorado, de capa caída y en un pésimo estado de salud, conjetura nacida a raíz de la debilidad en su voz y sus movimientos. “Moriré en el escenario” o algo parecido dijo el histórico líder de Mötorhead luego del vendaval de shows cancelados desde 2014 hasta esa fecha; lo llamativo es que el 2 de Mayo ahí estaba Lemmy, dando un show demoledor frente a su fiel audiencia argentina. No obstante, la cancelación de shows continuó, pero el final feliz, de alguna manera, llegó ya que Motörhead sigue tocando con regularidad. ¿A qué se debe este racconto de eventos? Que jamás estaba en nuestras expectativas que el nuevo disco de Motörhead redoblara la apuesta y retomara la senda “Bastards”, “1916” y “March ör Die”, es decir, los famosos “discos de los 90’s”, los más brutales y olvidados por la banda los últimos años. Hasta ahora.

Los singles “Electricity” y “Thunder and Lightning” ya daban ese aroma, ese retorno a una senda olvidada. Es más, me permitía conjeturar a “Thunder and Lightning” como la continuación de “Hellraiser”, con un Lemmy reflexionando sobre su carrera en el escenario, concluyendo que nació para él y morirá en él. En Agosto sale “Bad Magic” y, desde su primera canción, “Victory Or Die”, sella uno de los mejores discos de Motörhead desde hace más de diez años; aquí hay una declaración de principios: el álbum contará una impronta clara en cuanto al sonido y las líricas, ambas irán a la confrontación. Si proponer “victoria o muerte” no explica lo suficiente esto, “Shoot Out All Of Your Lights”, los ya nombrados singles, o “Evil Eye”, por nombrar solo algunos ejemplos, dan cuenta de que Lemmy no se anda con vueltas y que sus líricas son más efectivas que un libro de Paulo Coelho.

La intensidad es admirable, Lemmy salió de terapia intensiva para ofrecer una de sus obras más mordaces y para ello cuenta con dos compañeros que colaboran a la perfección para que esto suceda, los enormes Mickey Dee y Phil Campbell. Al fin y al cabo, es Motörhead; a esta altura es una institución y que se hayan despachado con una renovación – me animaría a decir – total (siempre en los términos de la banda, claro está) es una fiel muestra de por qué su jerarquía es tal y su nombre circule casi como vox populi en el Metal como una de las bandas más respetadas, más allá de que su discografía no sea muy conocida. El resultado es sorprendente, más que positivo y una verdadera brisa de aire fresco para la música pesada.

Pero tampoco podía darse una maravilla en un porcentaje completo: los temas de “Bad Magic” no han sido presentados en vivo. Es lógico, Lemmy no puede con el trajín de las nuevas canciones pero, ¿a alguien le importa? Por mi parte no, en absoluto. Es importante ser consciente de que Lemmy encarna el entonces desafiante, ahora desarraigado de cualquier originalidad, lema de “sexo, drogas y Rock and Roll”; Lemmy es la rebeldía del Rock hecha cuerpo, con sus pro y sus contras. Pronto a cumplir 70 años, la vida le está cobrando el lado negativo de su imparable trajín. Pero Lemmy siempre fue coherente con su pensamiento y su accionar, por ende, sus decisiones a esta altura se tornan irreprochables: si él decide seguir tocando y no darse un respiro es porque alguna razón tendrá. ¿Qué pasa si el legendario frontman de Motörhead se toma un descanso? Mejor ni pensarlo. Esta decisión no me incumbe, más allá de que me gustaría ver a Lemmy en su mejor forma. Por ahora, simplemente brindo por la salud de la banda y por muchos años más de música.

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