Siete años pasaron desde la última vez que GOJIRA estuvo por estas tierras. Muchas cosas han cambiado desde entonces y una de las más notables ha sido el tamaño de su fanaticada en Argentina. Cuando finalmente debutaron en Buenos Aires, en 2015, vinieron acompañados de MASTODON y entre ambas no juntaron ni 2000 personas.

Años después, esta vez en solitario y con una economía más golpeada, muchos pensaban que no lograrían meter ni siquiera 1500 almas, por lo que el show se anunció en el Teatro Vorterix. Parecía un lugar adecuado. Lo que al parecer nadie imaginó fue la respuesta de la fanaticada, que así como los puso en los primeros lugares de las listas con su más reciente disco, agotó los tickets del show en minutos y se mostró visiblemente enojada cuando la mayoría se quedó fuera.

Esto motivó a la empresa organizadora, Move Concerts, a replantearse la locación del show y decidieron apostar a lo grande: el Luna Park. Era impensado ver a una banda “nueva” como GOJIRA en un venue tan mítico como este, donde ni siquiera han logrado llegar grandes bandas legendarias, pero así fue, y aunque no se agotaron las localidades (en el Luna caben más de 8 mil personas), podemos decir que fue un éxito total ya que, además de que nadie se quedó afuera, pudimos ver a la banda en el mejor lugar posible, con un sonido e iluminación de primer nivel, como solo este estadio puede ofrecer.

La banda encargada de abrir la jornada fue un novel y sorpresivo trío de post-rock llamado .MAR. La apuesta por un artista nuevo siempre es algo arriesgado en estos casos donde muchos fans esperan ver a agrupaciones reconocidas abriendo a sus bandas favoritas, sin embargo hay que reconocer que esas bandas ya tienen bastantes puertas abiertas y son precisamente las más nuevas las que podrían aprovechar al máximo este tipo de oportunidades. Eso sí, el riesgo de ser abucheados o ignorados siempre es alto ya que no hay nada más difícil que ganarse al público que vino a ver a otra banda. Ser soporte es una de las tareas más duras que existen y los valientes que afrontaron el reto esta vez fueron los muchachos de .MAR.

En este caso salió más que bien, afortunadamente, ya que .MAR en 30 minutos se encargó de cautivar (por no decir “volarle la cabeza”) a todos los presentes con sus canciones instrumentales y su virtuosismo. Su sonido por momentos me recordó a bandas como GOD IS AN ASTRONAUT o IF THESE TREES COULD TALK, pero también a los segmentos instrumentales del mismísimo TOOL, salvando las distancias. No quiero crear con esto falsas expectativas, pero qué dicha encontrarse con una banda que en vivo la rompe, y es que seamos realistas, hoy en día cualquiera graba un disco, «en la tarima se ven los pingos”.

Ya nos había revelado su baterista, Rodrigo Torres, cuando lo entrevistamos previo al show, que algunas de sus influencias son KARNIVOOL y 65DAYSOFSTATIC, pero independientemente de cómo suenen, lo importante es que para quienes pudieron escucharlos este domingo, resultó una grata sorpresa. No la tenían fácil al ser unos desconocidos y salieron prácticamente ovasionados del escenario, algo que tal vez ni ellos pensaron que ocurriría. .MAR estará publicando su disco debut el próximo 14 de octubre, así que atentos.

GOJIRA: Demoliendo el Luna Park, una canción a la vez

Y ahora vayamos a lo que vinimos: GOJIRA. Justamente hablando de que en tarima es donde se ve de qué está hecha una banda, ¿qué mejor ejemplo que los franceses liderados por los hermanos Duplantier? Quienes conocemos al grupo, sabemos que nunca decepcionan en vivo y que se han ganado el lugar que tienen en la industria, precisamente por su puesta en escena, su sonido y su actitud, además del mensaje de sus letras. Esto último les ha servido también para cautivar fans en estos tiempos de despertar conciencias, así que cuando finalmente confirmaron su regreso, teníamos que estar allí y queríamos que ustedes también, por eso sorteamos una entrada para verlos.

Un telón frente al escenario mostraba el conteo regresivo que nos avisaba que estábamos a punto de ver una explosión. “Tres, dos, uno” gritaba el público, hasta que el reloj llegó a 0 y comenzó a sonar la banda, desatando inmediatamente la euforia entre los presentes. ¡Sí, estaban ahí, pero todavía no caía el telón! Un poco más de suspenso para elevar la adrenalina mientras se escuchaba en vivo ese poderoso intro de “Born For One Thing” y unos segundos más tarde llegaría el momento. Ahora sí, justo antes de la primera estrofa: ¡Boom! Cae la tela, se encienden las luces y allí están, como una máquina perfecta, los cuatro monstruos franceses que le dan vida a esta banda, dispuestos a pasarnos por encima y demoler el Luna Park, una canción a la vez.

“Muchas fucking gracias” dijo Joe Duplantier al finalizar ese primer tema y continuó su arremetida musical. Con “Backbone” nos llevaron al pasado y con “Stranded” se desató la locura en el recinto. Por donde vieras se apreciaba un público entregado al pogo, saltando, coreando, ferviente y feliz. Esto apenas comenzaba y ya prometía ser una noche para la historia. Es reconfortante ver que en tiempos donde parece que el rock ha muerto, todavía existe público interesado en el metal y dispuesto a entregarse ante bandas que no son las mismas de siempre. Es esperanzador y hay que dar gracias a grupos como GOJIRA por lograr ese efecto y mantener viva la especie, no solo la humana (que bastante que luchan por ello) sino la especie metalera.

Con el clásico “Flying Whales” aparecieron ballenas voladoras, literalmente, y es que la creatividad del público no tiene límites. Hace tiempo que los fans de GOJIRA en todo el mundo llevan ballenas inflables a los shows, y Buenos Aires no podía ser la excepción, por lo que al menos un par de ballenas vimos nadar sobre el público durante toda la noche, dándole el toque de color a esa vista panorámica que teníamos del show.

Y hablando de vista, es una lástima que las pantallas laterales del Luna Park no estuvieran encendidas durante el show, haciendo que el escenario fuera la única opción para el público si quería ver a la banda, algo nada fácil para las personas de menor tamaño que se encontraban en el sector campo. A nivel técnico esa sería mi única queja, porque el sonido fue impecable, la iluminación majestuosa y los efectos especiales como el confeti, el humo y demás artilugios nos brindaron un espectáculo del más alto nivel. Sin duda, un lujo ver a una banda así, en un lugar así.

“Sabemos que muchos de ustedes esperaron mucho tiempo para vernos y nosotros también hemos esperado mucho. Estamos muy felices de estar aquí.” expresó Joe en medio del show, antes de preguntar si queríamos escuchar algo viejo. Fue allí cuando presentó el tema «Love», que suelen unir con otro clásico: “Remembrance”.

El público no podía dejar pasar la oportunidad de dedicarles el famoso cántico del “sentimiento que no puedo parar” e interrumpió a Joe mientras nos explicaba que “Another World” trata sobre ir en un cohete a buscar otro planeta. El cantante no tuvo más remedio que parar su discurso y entregarse a su audiencia, saludando emocionado y diciendo “muchas gracias” en completo español. Sin ánimos de hacer spoiler a quien todavía no los ha visto en vivo, es importante resaltar que las visuales al final de ese tema generaron los aplausos de todos los asistentes. No diré más.

Durante poco más de una hora y media la banda demostró que están en un nivel superior. Si alguien todavía no sabe por qué son considerados el nuevo fenómeno del metal, es porque no los ha visto en vivo. Cada nota acertada, cada acorde preciso y la perfecta ejecución de esos tempos progresivos y ritmos sincopados, demuestran que GOJIRA posee un nivel y profesionalismo que pocas agrupaciones logran y pensando rápido solo se me ocurren nombres como METALLICA o DREAM THEATER cuando hablamos de ese nivel. La perfección no existe, pero estos muchachos se acercan bastante.

Mención especial para Mario Duplantier, el monstruo detrás de la batería que se llevó aplausos y coros en su honor. No se cansó de regalar palitos luego de cada canción y demostró que es una máquina humana, con un doble bombo mortal tan exacto como un reloj y como si fuera poco, es un showman. Se para, se sienta, saluda, le pega con toda su fuerza y posa para la foto. ¿Qué más se le puede pedir? En su momento de interacción con el público sacó un cartel que decía «No se escucha, carajo», por lo que la gente gritó más fuerte y ahí sacó otro que decía «ustedes son unos capos». Hasta chistoso es el muchacho.

El setlist estuvo conformado en su mayoría por temas del último disco, Fortitude, con el tema “The Chant” logrando el cometido para el que fue compuesto: poner al público a cantar. El mismo Joe la presentó como “algo diferente” y ciertamente es la única canción que nunca me ha cuadrado dentro de la discografía de la banda, pero eso sí, es un himno de estadio y esa noche quedó demostrado cuando el público comenzó a corearla apenas sonaron los primeros acordes.

Debo confesar que mi única decepción fue que habiendo tocado más de la mitad del nuevo álbum, dejaron por fuera mi favorita, “Into The Storm”. De hecho, nos quedaron debiendo el temazo “Hold On” que venían tocando en su gira por Europa y que estaba en el setlist impreso, pero por algún motivo que desconocemos no sonó esa noche. Podría nombrar temas antiguos que me encantan y no sonaron, como “Born In Winter”, pero sería buscarle el pelo al huevo. Mi consuelo ante estas ausencias fue haber podido escuchar “The Gift of Guilt” en esa acústica perfecta que tiene el Luna Park. Es de esos temas que pagan la entrada y con el que te vas satisfecho sin que nada más importe.

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Luego del encore apareció Mario con una camiseta de la selección (cabe destacar que había tocado todo el show sin camisa), ganándose aún más el amor de todo el recinto. “New Found” y “Amazonia” fueron las canciones elegidas para el cierre, pero los fans querían más. “Nos habían dicho que esperaramos el mejor publico aquí en Argentina pero ustedes están muy por encima del nivel, son lo máximo,” aseguró Joe en su despedida, mientras era ovacionado, y prometieron no tardar tanto en volver la próxima vez.

“Se acabó” dijo Joe, al ver que nadie se movía de sus lugares. «¿Qué hacen todavía aquí? ¡vayan a dormir!” agregó entre risas el líder de la banda, pero aunque sonaba a chiste, en el fondo estaba diciendo la verdad. Era el fin, la gente seguía coreando y pidiendo otra, pero lamentablemente no sucedió.

Y si, es inevitable querer más cuando lo que acabas de recibir supo tan bien, pero ese deseo de repetir no impidió que saliéramos de allí con un buen sabor de boca, felices por haber sido parte de ese momento mágico y satisfechos por haber visto un show impresionante en una noche que nos quedará en la memoria para siempre: la noche en la que volaron ballenas, la noche en la que ganó el metal.

Frank Hernández

Director en Rocktambulos

Escucho más de lo que veo y escribo más de lo que leo.
Periodista musical. Radio Host. Colaborador en Billboard y Rockaxis. Fundador de Rocktambulos

Todas las fotos fueron tomadas por Carlos Martinez para rocktambulos.com / Todos los derechos reservados

Setlist de GOJIRA en Buenos Aires, Argentina