Cuando en 1917 Marcel Duchamp presentó La Fuente él era consciente, más allá de su desprecio por la historia ilustrada, de que estaba siendo parte de un proceso histórico. Durante el siglo XX las vanguardias modernas fueron un ataque a la modernidad, como dice Juan José Sebreli (2000), pero si bien se manifestaban como subversivos del orden, no podían dejar de lado a los conceptos abstractos y la teoría, ligándose, paradójicamente, con el orden que desdeñaban.
Ante este problema, el Punk se propuso redefinir a la música Rock, y para eso debió cuestionar todo, topándose ingenuamente con problemáticas ya resueltas, pero también con resultados más que interesantes, como es el caso del Noise, un resultado directo del cuestionamiento respecto a “qué es hacer música”, inconcebible sin la ardua labor de los vanguardistas del siglo pasado. Desde Japón, una sociedad híbrida entre Oriente y Occidente, HANATARASH llevaría hasta las últimas consecuencias a los ready made dadaístas, y retomaría el peligro romántico en pos de generar una propuesta innovadora.
¿Es posible llegar a una innovación dentro de la vanguardia musical? ¿hasta qué punto? ¿la globalización dictamina la muerte del arte? Estas problemáticas están trazadas, aunque de manera implícita, dentro del grupo en el que se centra este artículo, HANATARASH, un dúo formado por Yamatsuka Eye y Mitsuru Tabata.
Debido a los cambios tecnológicos, la sociedad global transita nueva formas de relacionarse, y esto nuevamente le da forma a la pregunta por el arte, qué es, por qué y los criterios objetivos que pueden adjudicársele. Por eso, al formarse HANATARASH, en 1984, con un claro ataque a la tradición clásica y el orden burgués, se reciclaban los preceptos novedosos que fueron insignia para las vanguardias modernas: irracionalismo, ruido, fealdad, desorden, violencia, es decir, “lo feo”.
Yamatsuka Eye y Mitsuru Tabata se conocieron en 1984 siendo asistentes en un concierto de los industriales alemanes EINSTÜRZENDE NEUBATEN, y a partir de ahí le darían forma a su peculiar proyecto. El tedio del Rock tradicional llevaría a que el grupo japonés le diera una nueva forma a sus espectáculos en vivo, un sentido de caos real que tendría sentido con el pensamiento romanticista de “la vida como obra de arte”: un evento de HANATARASH que no solo generaría un impacto psicológico, sino que podría traer daños físicos. La oscuridad, la maldad y el cinismo eran los fetiches favoritos del extraño dúo.
Con el legado del futurismo, el grupo japonés no pretende siquiera hacer música, más bien se interesan en el ruido, de manera literal. Es realmente un hallazgo el hecho de encontrar una melodía en su arte, la cuestión estaría en crear climas, ambientes ruidosos y, dentro de ellos, desarrollar una nueva estética. Como se observa, los cánones musicales clásicos no aplican.
La noción nietzscheana de la “vida peligrosa” y la búsqueda de un espectáculo dionisíaco, irracional y llevado por los sentidos, haría que HANATARASH desarrolle distintas maneras de presentar su arte en vivo, por ejemplo, el 04 de agosto de 1985 Yamatsuka Eye ingresó a un escenario con una topadora, destrozándolo.
Luego del cimbronazo posmoderno y la radicalización sobre la pregunta por el arte, con su reivindicación de la falta de estilo sobre la forma, la innovación en el arte no parece ser tanto por el contenido sino por el shock fugaz. En eso consistió HANATARASH, y su gracia radica en su valor momentáneo, perteneciente al pasado, sin ningún sentido de ser retomado. El nihilismo y la violencia del dúo japonés solo tienen sentido como evento histórico, ya que la vida como obra de arte puede violar uno de los sucesos más ricos de la modernidad, la proclamación de los derechos humanos.
Es posible conjugar la performance peligrosa con los derechos humanos, siempre y cuando se respeten los derechos básicos del otro. Aún así, HANATARASH colaboró para abrir una paleta creativa dentro del mundo sonoro e influenciar a diversos artistas dentro de cánones no tradicionales para hacer arte, permitiendo que en base a los impulsos nihilistas de dos japoneses otras mentes inquietas puedan experimentar y teorizar sobre el sonido.