La vorágine de caos y marketing que acechó a MEGADETH durante los últimos tiempos es, realmente, increíble si uno la ve en perspectiva. Sospechosas partidas de Chris Broderick y Shawn Drover, rumores sobre una posible reunión de la formación gloriosa de hace veinte años atrás – no hace faltar especificar de cuál estoy hablando -, bajezas mediáticas entre ex-miembros, olas de videos anticipando un MEGADETH más “pesado”, claro está, entre otros tantos acontecimientos que desembocan en Dystopia. Pasaron tres años del odiado Super Collider; ante las huestes clamando por dejar la versión light de Megadeth, no hay mejor elección que Chris Adler para la batería y Kiko Loureiro a la guitarra; problema solucionado. ¿Esperaban a Friedman y Menza? Sí, ustedes arreglen el contrato. Al fin y al cabo, solo queda la música; todo parece estar en orden… solo resta que el capitán de la nave pueda llevar su flota a buen puerto.
Y así continúa, con menor intensidad, en “Death From Within” y “Bullet to The Brain”. Sí, “Post American World” puede ser olvidable en un álbum mentado de manera tan intensa: pero en los sutiles arreglos está la complejidad que sopesa el machaque o el refrito genérico. “Conquer or Die” está muy mal posicionado como track número ocho: desorienta en la coherencia del álbum a fuerza de fraseos genéricos. Así y todo no hubiese estado mal como cierre de la obra. “Lying in State” es otra gema de Dystopia: tan directo y violento que permite ver, de nuevo, la complejidad compositiva de Mustaine.
Y claro, sino ¿cómo seguirle a un masazo distorsionado con el cancionero “The Emperor”? Afilado líricamente, Mustaine sale airoso nuevamente. Y si “The Emperor” tenía un aroma punk, “Foreign Policy” – cover de Fear – cierra una remarcable placa de MEGADETH, de cuidada mezcla y necesaria de varias escuchas para poder apreciarla. Al fin y al cabo, es una obra de arte. Claro que sí, resultado satisfactorio… pero eso resuelve poco.
La incógnita no está en la lucidez compositiva de Mustaine, ya quedó probado que puede hacer lo que quiere dentro del género que más cómodo le sienta, sino que ahora todos los ojos están en las presentaciones en vivo. Canciones afinadas en un tono diferente al que fueron concebidas inicialmente, desvirtuando así la puesta final, y para rematar un Dave Mustaine complicado en el terreno vocal, la meta está claramente en otro lado. Pero, para calmar las ansias, podría decirse que la casa está en orden. Es un decir, nomás.
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