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El Rock Como Lenguaje: MR. BIG Volvió a dar cátedra en Buenos Aires #Crónica

A veces hay eventos que uno sabe que están destinados al disfrute por cierta estructura que representan. Ese es el contrato tácito que hay con los shows de MR. BIG ya que, a base del virtuosismo que posee el conjunto musical, un eficiente formato canción Hard Rock y la espontaneidad que emanan sus presentaciones, uno viaja hacia una obra emparentada con el goce asegurado, siempre en elevados términos de Rock, cuestión que hace a la evaluación de la performance algo más exigente. Los estadounidenses presentaban Defying Gravity, su última placa, en El Teatro de Flores luego de dos años de ausencia en tierras argentinas, precisamente para volver a tocar en el mismo lugar que en el 2015 los vio partir.

Cuando se cumplían las 21:00 hs en punto MR. BIG salió a escena, sueltos, sabiendo que “Daddy, Brother, Lover, Little Boy” sería el comienzo clásico, con una rutina saludable que ya los muestra desenfadados y con una experiencia sobre las tablas que, de manera inmediata, hace que todos los ojos se centren pura y exclusivamente en el escenario, triunfando contra la alienación de los smartphones, casi un constante impedimento para concentrarse en un concierto. El set continúa con “American Beauty”, esa excelente pieza del no menos genial What If?, y es destacable las armonías que realizan Billy Sheehan (bajo) y Paul Gilbert (guitarra), acompañando a la voz líder de Eric Martin, ya que no demuestran que el virtuosismo y la eficiencia no son las únicas tareas que pueden llevar a cabo, sino que también generar un coro perfecto, armonioso y sin envidiarle nada a las preciadas técnicas de un estudio de grabación.

El sonido fue una de las cosas que complicó a la banda, aunque en este caso no tuvieron nada que ver: la cuestión radica en la acústica de El Teatro. A la izquierda y al medio la batería de Matt Star destruía al bajo distorsionado de Sheehan, mientras que la percusión de Pat Torpey quedaba enmudecida; al centro y en el medio del recinto el bajo empezaba a escucharse pero el bombo y los platillos terminaban de taparlo hasta que, finalmente, atrás y al centro el sonido era perfecto. Ahí sí pudo escucharse como Billy Sheehan realiza las labores de un bajista y una segunda guitarra manejando la distorsión y el ritmo con soltura.

Por otra parte, el setlist se concentró en lo que es casi una columna vertebral de su repertorio – basta fijarse en el historial de canciones que vienen haciendo en vivo -, con “Undertow”, “Take Cover”, “Alive and Kickin'”, “Just Take My Heart”, “Rock & Roll Over”, etc., aunque agregando, curiosamente, solo dos canciones de Defying Gravity, “1992” y “Everybody Needs a Little Trouble”.

Si bien el concierto duró una hora y cuarenta minutos, los solos de Billy Sheehan y Paul Gilbert tuvieron diez minutos de duración, en lo que fue solo virtuosismo sin precisamente alguna melodía, pero aún así con una destreza que obnubilaba, en especial ante la destreza de Sheehan.

Es curiosa la performance que Eric Martin realiza sobre las tablas, dejando en claro que el es el show, y aparentando un goce frente a ello, no teme los aspectos bizarros – golpes en el pecho cual estereotipo de macho -, la sofisticación – desde su look hasta su gesticulación o sus movimientos en general – o la arenga, infaltable en un rockstar, siempre con una precisión vocal inmaculada.

Por más que sean clichés, siempre emociona que el bajo haga la introducción para “Addicted to That Rush” y se dé pie a uno de los himnos de la banda, para que vuelvan con bises que empezarán con el inmortal “To Be With You”, nunca a contramano de un grupo que se reinventa y no encuentra contradictorio rememorar las glorias del pasado, lo mismo se aplica a “Colorado Bulldog”, canción que siguió a la reconocida balada. Luego llegó “1992”, una nueva pieza que busca acoplarse al repertorio de clásicos.

Finalmente, la versión de “Baba O’Riley”, el cover de THE WHO, da culminación al show de MR. BIG. Nuevamente, la banda tuvo un paso exitoso por Buenos Aires presentando una placa que los muestra espontáneos, auténticamente inspirados por la música que hacen, terminando su show con una foto con el público detrás sacada por el staff del grupo que, en palabras de Billy Sheehan, “buscaba inmortalizar el momento”. Y así se produjo una nueva visita de estos inquietos muchachos que, como es su costumbre, nos dejan felices y con ganas de más. Pronto nos volveremos a encontrar para volver a recrear este sano ritual.

Facundo Guadagno
Redactor en Rocktambulos
Antropólogo. Politólogo. Escritor.
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Todas las fotos fueron tomadas por Agata Alvarez / Todos los derechos reservados

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