Romance interminable: LACRIMOSA volvió a Buenos Aires luego de seis años #RESEÑAReseñasShows (Así Fue) por Facundo Llano - 26/05/202526/05/2025 Existen indicadores económicos como el índice Big Mac, que, básicamente, es una forma de comparar el poder adquisitivo de diferentes monedas a través de la comparación del precio de una hamburguesa Big Mac en diferentes países. Para shows en Argentina, debería existir el índice Lacrimosa. Luego de su Alemania natal, Sudamérica es el territorio donde más éxito cosechan, visitando periódicamente la región cada dos o tres años. En Argentina, incluso, se han aventurado a dar conciertos en provincias como Rosario o Salta. Siempre han mantenido un público fiel, por lo que hacía suponer que, por más crisis existente, siempre podíamos contar con un show de LACRIMOSA. Esto fue así hasta el 2023, donde su gira sudamericana no pasó por Argentina. El único antecedente similar a esto fue en 2004, cuando los efectos de la crisis de 2001 todavía se sentían. Esto significaba que sería la primera vez en seis años que la banda se presentaría en el país, y en tiempos de LACRIMOSA, eso significa que lo haría con al menos dos discos nuevos bajo el brazo.La noche empezó con los locales de INAZULINA, banda ya conocida por los fans de los alemanes, que se adapta muy bien como acto de apertura y que cuenta con sus adeptos entre los curiosos que entran temprano. Con un sonido destacable para un grupo de apertura, la banda supo ganarse a extraños a fuerza de canciones como “My Diamond Ocean”, que cierra su set.INAZULINAA las 21 empieza a sonar “Lacrimosa Theme” desde los parlantes, pero todo sería una falsa alarma. Al parecer, unos desperfectos técnicos surgieron antes de abrirse el telón. Tuvieron que pasar diez minutos hasta que finalmente la banda se hizo visible con los primeros acordes de “Ich Bin Der Brennende Komet”. Temprano en el show, el siempre amable Tilo Wolff se disculparía por esto y advertiría que los músicos estaban teniendo problemas para escucharse arriba del escenario. Pero nada de esto parecería afectar la calidad del show, que mostraría a la banda sonando realmente sólida y con un audio para el público más que bueno. Algunos dirán que es la efectividad alemana. Como dijimos, LACRIMOSA siempre fue una banda prolífica, tanto en sus visitas como en la cantidad de discos que ha lanzado. En este caso, su show en Buenos Aires marca el inicio de la gira de su más reciente lanzamiento, “Lament”, de 2025. Junto con “Leidenschaft” de 2021 y “Testimonium” de 2017, forman una trilogía, por lo que gran parte del repertorio estaría basado en este período. Una decisión arriesgada, ya que este período, y particularmente su último trabajo, se enfoca en canciones densas, largas y llenas de texturas, que a veces pueden ser difíciles de replicar en vivo, pero que, al mismo tiempo, hacen la delicia de los fans.LACRIMOSAEl balance se logra con los clásicos, como “Durch Nacht Und Flut” o “Alleine Zu Zweit”, que tienen a todo el lugar cantando, a pesar de la diferencia idiomática. Un show de LACRIMOSA se siente una obra de teatro, pero sin dejar de ser un concierto de rock. Es una banda consciente de lo que transmite y le gusta jugar con eso, casi riéndose de sus propios clichés, y eso le da cierta frescura al show. Lejos del prejuicio de la frialdad teutona, Tilo Wolff y su eterna compañera, Anne Nurmi, se muestran cálidamente cercanos.Como siempre, el show recorre todas las épocas del grupo, sin hincapié en algún período en particular, pero también sin renegar de sus épocas menos gloriosas. Es así que pasan momentos de la parte más célebre de su discografía, como “Schakal” de “Inferno” (1995) o “Stolzes Herz” de “Stille” (1997), pero también cosas como “Rote Sinfonie” de “Revolution” (2012), lejos de ser uno de sus discos más reconocidos. Y ese recorrido por todas las épocas también tiene que ver con el mañana, por eso Tilo no puede negarse a autocomplacerse y tocar “Metamorphobia”, canción escrita recientemente, que estrena esta noche y no se sabrá si será parte de algún próximo disco.LACRIMOSACasi como compensando el tiempo ausente en un escenario porteño, la banda se pasa de su horario pactado para terminar el show y, consultando con la producción, nos regalan la primitiva “Copycat”, que tiene a varios de los asistentes volando por el aire. Es raro decir esto, pero por fuera de la imagen que transmiten y la solemnidad de su música, los shows de LACRIMOSA son divertidos. Banda y público parecen tener un código secreto que el resto de los mortales no parecen entender. Y quizás es en ese código donde se da la magia de los shows de LACRIMOSA. A menos que este país implosione, la relación entre LACRIMOSA y el público argentino seguirá existiendo, mientras el resto del mundo lo ignora.Facundo LlanoColaborador en RocktambulosMúsica, comida y libros, el resto está de más.