Sin razón que los demore: LA RENGA volvió a la capital argentina #ReseñaDestacadaReseñasShows (Así Fue) por Frank Hernández - 29/06/202530/06/2025 «Buenas noches, Capital», dijo Chizzo apenas terminó “Buena ruta hermano”, la canción con la que el mítico grupo de Mataderos inició su primer show en la capital argentina en casi 8 años. Y no fue solo un saludo de compromiso: era un guiño con historia, un acto de justicia. Porque tocar en la Capital Federal no es fácil para LA RENGA, una banda que debería jugar de local, pero que, por años, le ha ido peor que a un visitante, y sino veamos la cantidad de shows internacionales masivos que se realizan en la ciudad cada año. ¿La razón? Burocracia, trabas, política, en fin… impedimentos varios. Pero este sábado 28 de junio de 2025, la historia cambió: LA RENGA volvió, y no para dar un solo show, sino tres, que iniciaron con el recital de anoche en Huracán, y seguirán el 1 y 5 de julio en ese mismo lugar. Y sí, costó, por eso cuando -con clara felicidad- Chizzo dijo al comenzar: “Qué placer estar otra vez tocando en Capital”, se sintió como un brindis colectivo, como el preludio de una merecida celebración de victoria.A las 21 en punto arrancó la primera canción y con ella, el primer banquete capitalino en mucho tiempo. Lo que se vendría era un show de 31 canciones, pero apenas había terminado el segundo tema, “Buena pipa”, cuando el líder de LA RENGA emitió su primer discurso de la noche, dejando en claro que esto era más que un recital, era un acuerdo entre partes: “Gracias a las autoridades que finalmente se sentaron a hablar para que esto fuera posible”, dijo Chizzo, y agregó sonriente: “Hemos tenido una linda charla”. View this post on InstagramA post shared by Rocktambulos (@rocktambulos)Desde temprano, todo el barrio de Parque Patricios vibraba, y aunque el frío invernal arremetía en las calles, una vez dentro del estadio, la temperatura fue otra: el calor de los pogos, los abrazos, las banderas ondeantes y toda la buena vibra que emergía desde el campo se unía con el aliento de las plateas y el frío pasaba a segundo plano. Tete corriendo de lado a lado como de costumbre, Tanque marcando el ritmo desde atrás, Manu aportando su magia con el saxo o la armónica y Chizzo disparando riffs y solos de guitarra mientras su poderosa voz seguía luciendo como en sus mejores años, fueron la postal musical de la noche. La comunidad renguera, por su parte, hizo lo que se espera de ellos: desde el primer tema cantaron, saltaron, hubo pogos y mucha alegría. No hubo que pedirlo. Ya estaba pasando. Musicalmente, el trío se mostró cómodo, sólido, dueño absoluto de un escenario que conocen bien. No solo porque ahí tocaron en 2017, sino porque Huracán fue testigo de dos de sus discos en vivo más importantes: En el Ojo del Huracán e Insoportablemente Vivo. Hay estadios más grandes en Buenos Aires, pero que su regreso a capital se lleve a cabo allí tiene un por qué. Volver a ese templo no fue casual: fue simbólico.En cuanto al repertorio, hubo de todo. Desde temas nuevos como la ya mencionada «Buena ruta hermano», y la recién publicada “Hay un tirano que es para vos” —que Chizzo presentó recordando un consejo del maestro Willy Quiroga: “Nunca digas último disco o última canción, porque parece que no vas a grabar más”— hasta joyas raras como «Poder», “San Miguel” y “El cielo del desengaño”, entre otras poco frecuentes en sus shows. Otra rareza que sonó este sábado fue “El monstruo que crece”, presentada por Chizzo con unas palabras alusivas al contexto actual: “No sé qué está pasando. La gente solo insulta por las redes, hasta colegas nos insultan. Las cosas se dicen en la cara, loco. Hay que parar de darle de comer a ese monstruo que crece”, aseguró el frontman. Un mensaje directo, sin vueltas, como corresponde.Hubo clásicos que nunca fallan, y sí, también ausencias: no sonó “Balada del diablo y la muerte” ni «Las cosas que hace», ni «“Panic Show”, pero no se puede tener todo y honestamente nadie pareció extrañarlos demasiado. La entrega fue tal que hasta los temas menos conocidos generaron buenos pogos, y ni hablar de los esperados clásicos como «A tu lado», «El twist del pibe», «El viento que todo empuja» o «La razón que te demora», que fueron coreados y saltados de punta a punta, con la gente apropiándose de las letras como si fueran parte de la banda. View this post on InstagramA post shared by Rocktambulos (@rocktambulos)Después de dos horas de show, la banda se retiró. Oscuridad, silencio. ¿El final? Los que conocen a LA RENGA sabían que no. Nadie se movió. En esos 15 minutos se proyectaron imágenes del grupo recorriendo montañas en moto hasta que volvieron y Chizzo saludó alegre de que seguíamos allí: “Bien ahí, no se fue nadie”. Fue entonces cuando llegaron los últimos cuatro temas, comenzando con «El revelde», uno de los más populares de la banda y por ende, de los más celebrados. La canción esta vez fue dedicada a un amigo de Chizzo que, según mencionó, estaba de cumpleaños. «Oscuro diamante» fue la siguiente en sonar durante este encore con el que se completó la experiencia del primer banquete. Inmediatamente llegó el turno de otro esperado gran clásico, “El final es en donde partí”, pero la despedida, como de costumbre, fue con “Hablando de la libertad”, donde vimos a Chizzo caminando por los laterales del escenario mientras el público cantaba por él. Fue una noche de esas en las que cada gesto suma, como cuando alguien se acuerda de lo importante: “No cuesta nada hablar bien, wachos de mierda”, bromeó Chizzo antes de despedirse y recomendarnos dejar de insultar en las redes. A las 23:43, se despidieron de verdad. Habían pasado casi tres horas desde que se apagaron las luces pero ellos se quedaron unos minutos más en tarima repartiendo púas, setlists y demás regalitos a los fans.Por algún motivo, la fiesta fue pautada para las 19 hs, un horario demasiado tempranero para lo acostumbrado, y además no se anunciaron teloneros. Las redes sociales se llenaron de preguntas: «¿Por qué tan temprano? ¿De verdad comienza a las 19? ¿Alguien sabe a qué hora arranca realmente?» eran algunas de las que más se repetían, pero lo cierto es que llegó la hora prometida y, como muchos temían, el show no comenzó. No hubo ningún comentario al respecto, simplemente todo arrancó a las 21 hs.Hago esta mención porque el público estaba dividido entre los que ingresaron temprano (por las dudas que fuera a comenzar realmente a las 19) y quienes se mantuvieron a las afueras, haciendo previa en los alrededores del estadio Tomás Adolfo Ducó, y es que debemos recordar que cada banquete de LA RENGA implica la toma de las calles aledañas por parte de la comunidad renguera, y por lo tanto, la activación de toda una comunidad de comerciantes que se ven beneficiados indirectamente del recital. Muchas personas aprovechan la ocasión para, además de vender las clásicas remeras (y buzos porque estamos en invierno), ofrecer comidas como sándwiches, hamburguesas, choripanes y bebidas, alimentando los estómagos de los miles de rengueros y rengueras que se dan cita desde temprano para vivir el banquete a plenitud. Algunos ni siquiera planean entrar al show, sino que se conforman con escuchar desde afuera y celebrar cada canción, ocupando las calles durante el tiempo que dura el recital.Algunos dicen que es justamente esa multitudinaria fiesta en los alrededores el motivo por el que las autoridades no quieren a LA RENGA en la ciudad, ya que los vecinos se quejan del humo, el ruido, los olores y es comprensible, sobre todo si algún desubicado orina en su puerta. No sabemos qué otros motivos habrá, sin embargo, es por esto que podríamos decir que el regreso de LA RENGA a Capital no fue solo un triunfo musical, sino una victoria colectiva y una reivindicación que incluye a sus fans y toda esa clase trabajadora que tantas veces hemos visto ser perseguidos, como si vender choripanes fuera un delito de lesa humanidad. No se trata de romantizar la precarización laboral ni mucho menos defender la anarquía en la que a veces se convierte el comercio informal, pero el respeto por el trabajo honrado debería ser prioridad, sobre todo en tiempos difíciles. La reivindicación del artesano y el emprendedor independiente que aprovecha estos eventos para ganarse el pan, es necesaria y urgente. Los beneficios que LA RENGA le brinda a su comunidad con solo anunciar un show no deberían ser anulados por un grupo de policías, del mismo modo que la alegría que la banda produce en sus fans no debería ser anulada por un grupito de delincuentes que intentan entrar a los recitales por la fuerza, provocando caos y poniendo en peligro al resto de los asistentes.Disfrutar pacíficamente de las calles es un derecho que no debe ser reprimido. Así mismo, cuidar del vecindario que nos recibe es un deber que no debe ser olvidado, porque mientras menos vecinos afectados haya, más probabilidades habrá de un nuevo recital. Sabemos que «los mismos de siempre» nunca pasarán desapercibidos sino todo lo contrario, harán notar su presencia con alegría y pasión, pero eso no tiene que ser sinónimo de anarquía o mala educación. Por más difícil que parezca, con buena organización todo es posible. Lo de este sábado es una prueba de que, si se quiere, se puede organizar un show independiente y masivo como el de LA RENGA con profesionalismo y sobre todo con respeto. Solo tenemos que poner todos de nuestra parte.En fin, podemos concluir que este sábado el rugido de LA RENGA se escuchó fuerte. Fue un banquete donde no quedó nadie con ganas de más, y sin embargo, estoy seguro que todos queremos repetir. Pero lo más importante fue que, después de todos estos años de espera, la Ciudad de Buenos Aires volvió a ser, finalmente, su casa.Frank HernándezDirector en RocktambulosEscucho más de lo que veo y escribo más de lo que leo. Periodista musical. Radio Host. Colaborador en Billboard y Rockaxis. Fundador de Rocktambulos View this post on InstagramA post shared by Rocktambulos (@rocktambulos)©Todas las fotos fueron tomadas por Leticia Villalba para Rocktambulos / Todos los derechos reservados