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Chicos Afortunados: THE DEAD DAISIES pasó por Buenos Aires #Crónica

Argentina suele tener su dosis de shows que hacen coincidir a estrellas del Hard Rock, ya sea del presente o de antaño, que en un país ubicado cerca del fin del mundo tienen un impacto enorme, diferente al de otras latitudes. Las causas sociológicas no competen al fin de esta crónica, pero al menos es interesante para remarcar cómo el Teatro Vorterix se llenó de remeras, tatuajes, looks, diálogos, símbolos, en fin, que hacían imaginar a una comunidad de Rock Pesado, con un mismo código subyacente, dispuesta a ver a THE DEAD DAISIES y desgranar a la magia que reúne este grupo.

Precisamente, esa magia está en los emblemas andantes que componen a esta banda, ¿hace falta repasar la carrera de John Corabi, Marco Mendoza, Doug Aldrich, Brian Tichy y David Lowy? Estos nombres juntan a MÖTLEY CRUE, WHITESNAKE, DIO, THIN LIZZY, BILLY IDOL, entre otros, cuestión que sumada al excelente presente que tiene THE DEAD DAISIES, conforma una velada destacable que permite comprender la existencia de esta efímera comunidad.

La noche sería abierta por ARPEGHY, conjunto local que está cumpliendo diez años de vida y concentra su setlist en Claroscuro (2015), su última placa, que resulta un estímulo para su base de fans que desde alrededor de las siete y media de la tarde comenzaron a darle música al Teatro Vorterix. Luego llegó el turno de COVERHEADS, un grupo que hace rato tiene vida propia más allá de interpretar composiciones de otros artistas, y así lo demostraron, presentando temas propios y finalizando con algunos covers como lo fueron “Walk This Way” o “Highway to Hell”.

Diecinueve canciones y una fiesta inolvidable en dos horas de show fue lo que se vivió esa noche en Colegiales desde que THE DEAD DAISIES apareció en el escenario. Esto es algo que podía intuirse pero no de una manera tan intensa como se hizo desde el comienzo con “Long Way to Go” y “Mexico”, dos hits de la banda, cantos explícitos a la fiesta y al disfrute propuesto originalmente por el Rock and Roll. Se trata de “amar la vida”, como sostiene John Corabi, y eso se percibe en cada momento de la performance que el grupo está dando, tal vez por el oficio dentro de las tablas que tienen estos gigantes, como también porque realmente pueden estar disfrutando del momento, más allá del mero espectáculo.

Mientras la fiesta avanzaba y cada uno de los músicos se encargaba de arengar al público que le tocara desde su lado de la tarima, llegó “Fortunate Son”, el cover de CREEDENCE CLEARWATER REVIVAL, una situación que hacía reflexionar sobre la pasión que ponen los músicos al interpretar estas canciones, indefectiblemente ligada a otra declaración que Corabi hizo, esta vez en una entrevista con nosotros, donde mencionaba que no solo eran artistas, sino fans de esta música y sus clásicos: la sensación era que esta comunidad, ya entre el público e intérpretes, le rendía homenaje a algo más grande, en este caso, el Rock, motivo por el cual se efectuaba el festejo.

Marco Mendoza, bajista del grupo, es una persona que se compenetra cuando está en el escenario, maneja al público como quiere y el sonido de su bajo es considerablemente grave, una conjunción perfecta con el bombo del baterista Brian Tichy y sus toms perfectamente ecualizados, que se apreciaron en su solo donde “castigó” a la batería con sus propias manos. David Lowy, la segunda guitarra, muestra sin tapujos que está pasando unas hermosas vacaciones por Sudamérica, siendo el miembro fundador del grupo, disfrutando y teniendo un correcto desempeño como acompañante de la guitarra líder, Doug Aldrich, cosa que no es menor.

Lo de Aldrich merece una mención especial: no solamente es un gran guitarrista, sino que podría entrar a un récord Guinness por su habilidad con la púa, jugando como un harlem globetrotter o un futbolista profesional, lanzando su púa por la espalda, levantándola en el aire con el pie y agarrándola para seguir tocando. Admirable. John Corabi hace y deshace a su gusto, él es el performer y concentra todas sus miradas, pero no deja de lado a su prodigiosa voz ni a la arenga necesaria en una fiesta de Rock como propone THE DEAD DAISIES.

Retomando el concepto de pasión que estos músicos sienten por lo que hacen, en total hubo 10 covers – contando a las canciones del medley -, todas interpretadas con sello propio, pero tal vez lo más importante fue que en el popurrí de clásicos, en el cual se presentó a cada miembro de la banda, reversionaron clásicos de Rock que lisa y llanamente fueron cantados por el público, ya que era imposible contener tanta algarabía. A todo esto, John Corabi miraba a los fans con los ojos de un niño en una juguetería, entre un patrimonio económico que crece y una pasión con la que todos salen ganando.

La banda se fue con “Midnight Moses” y volvió para los bises con “Highway Star”, donde Aldrich se lució con su solo y sus piruetas, y  ya a esta altura Marco Mendoza estaba poseído por la situación. Inevitablemente, la fiesta había llegado a su final, pero los rostros de la comunidad expresaban el goce que se vivió durante la noche del sábado, un momento esperado donde las ansias se canalizaron en los instintos más primitivos. Después de todo, de eso se trata el Rock and Roll, al menos en su concepción original, una impronta a la que THE DEAD DAISIES apuesta explícitamente y, a juzgar por lo hecho en el Teatro Vorterix de Buenos Aires, cumplen con su cometido.

Facundo Guadagno
Redactor en Rocktambulos
Antropólogo social y cultural, escritor, escéptico y crítico
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Todas las fotos fueron tomadas por Carlos Martinez para rocktambulos.com / Todos los derechos reservados

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