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Sin remordimientos: THE DWARVES encendió la noche en #BuenosAires #Argentina

Increíblemente, una de las bandas de culto más importantes del Punk llegó a la Argentina y, acorde a la ocasión, se preparó una ceremonia que represente la decadencia de Occidente que la banda expresa en sus líricas. El hedonismo, el caos y la confusión son herramientas utilizadas por THE DWARVES para plasmar su arte y, sintomáticamente, son reacciones a tiempos que con su vorágine invitan a un consumismo salvaje de bienes materiales y simbólicos relacionados con lo más bajo de la industria cultural. “The beauty of death we all adore”, decía SLAYER en “Disciple”, canción de God Hates Us All (2001), para metaforizar este estado de cosas. Efectivamente, “los enanos” de Norteamérica venían a mostrarnos la belleza de lo asqueroso que buscamos adorar.

La velada fue musicalizada, de manera excelsa, por DJ SEEN CADENA, y el anfitrión de ceremonias fue, nada más ni nada menos, que Marcelo Pocavida, el reconocido performer argentino. Todo comenzó con 50/50, quienes gozaron de un sonido excelente y pudieron ejecutar un Rock sólido que marcó una gran apertura para la fecha. Desde el inicio, se podía sentir un ambiente relajado, de camaradería o, como señaló su cantante y guitarrista, “una noche solo para entendidos”.

Marcelo Pocavida tomó el escenario, vestido de saco blanco, camisa roja y con una máscara de lucha libre que le cubría el rostro, y así presentó eufóricamente a MARLON BARDO, una banda que, directamente, se llevó puesto a The Roxy Live. Ante cada canción el público no sabía que lo había tomado por asalto. Quizás una mezcla de Mathcore y Hardcore, Punk por momentos, con tantos cambios de ritmo, tanta violencia, que no había momento para pensar. Vertiginosamente, los muchachos dieron cátedra sobre las tablas.

Pocavida volvió a apoderarse del micrófono y anunció la llegada de COBRA SARLI, otro grupo que presentaba una maestría en carisma, en particular por su cantante, Lucas Kapovic, que salió a escena con el torso cubierto por una campera de cuero, un calzoncillo, medias y zapatillas. ¿Lo necesario, no? Bueno, sí, más en un evento donde el significado de fiesta se adopta como un momento especial, separado de la vida mundana, donde se detiene el tiempo y se adopta la temporalidad, es decir, una percepción singular de este espacio, con todo lo que allí se produce.

De repente, vimos como Nick Oliveri (bajo) caminaba como cualquier hijo del vecino por el recinto y miraba, tranquilamente, a la banda. En un momento, fue invitado a cantar “Back To Dungaree High”, original de TURBONEGRO, y terminó gritando como un desaforado sobre los hombros de Kapovic. Una imagen imborrable. Con un espectáculo profesional, destacado y festivo, en el término que mencioné anteriormente, COBRA SARLI dejó el escenario para darle lugar al acto principal.

Luego de que termine “Mongoloid” de DEVO, tuvo lugar la performance de Marcelo Pocavida y Alma Cecilia, donde buscaron criticar

al feminisimo actual tratando de evidenciar una lujuria subyaciente a la vida humana que no se preocuparía tanto por determinada “cosificación”, sino que pondría su énfasis en el libre goce de los cuerpos. El acto, que terminó con Alma sosteniendo una cabeza de chancho, fue la apertura que representó con fidelidad a la estética de THE DWARVES, quienes salieron a escena con una tríada que desató la locura general: “Anybody Out There”, “Get Up & Get High” y “Sluts of the USA”.

Inmediatamente, uno puede notar el enorme carisma de Blag Dahlia (voz) que en el escenario no para de arengar de una manera pedante, insultando permanentemente con “bitches”, “suck my dick”, “boring faggots”, pero con la salvedad de hacerlo conociendo las reglas del texto que él busca que otros interpreten. Sabe que sus insultos no son en serio, pertenecen a la fiesta, y su voz grave y apariencia de tipo común crea una asincronía: una persona que en su look parece no salirse de la media, pero intenta cantar como crooner y crea insultos como si fuese un arte.

Después está Nick Oliveri, la estrella del grupo, solamente por participar de proyectos musicales que han sido masivos, como QOTSA. Pero de auténtica estrella, Nick no tiene nada; no existen tapujos para él si se trata de caminar entre el público, de ponerse a la banda al hombro y dar unos alaridos que calientan la sangre y divertirse, fundamentalmente, en cada momento del show, siempre dando una gran performance con su bajo. Marc Diamonds (guitarra) y Hunter Martinez (batería) mantienen un bajo perfil, pero son excelentes intérpretes que, a fuerza de talento, le dan las pinceladas necesarias a THE DWARVES para que sea un show en vivo tan atractivo.

Así pasaron clásicos como “Everybody’s Girl” o “Astroboy”, que tuvieron tan buen feedback como los recientes “Forget Me Not” y “Take Back The Night”, la canción que le da nombre al último trabajo discográfico de la banda, lanzado en 2017. Aunque uno de los puntos más altos de la noche fue “Let’s Get High and Fuck Some Sluts”, con un pogo furioso.

Con un sonido excelente y sin bajar la intensidad en ningún momento, llegó el final del show con “Unrepentant” y “We Must Have Blood”. La banda se retiró sin demagogia, era innecesario decir que “el público era el mejor”, o desvaríos de ese estilo: no tenía sentido apuntar a eso, el grupo solo buscó divertirse y celebrar la vida. De eso constó el show que, si bien fue algo corto, no fluctuó en fuerza y entrega en el escenario, además de las buenas interpretaciones por parte de los músicos. Parafraseando, en parte, a uno de sus disco, THE DWARVES dejó sangre, agallas y profesionalismo en The Roxy Live, configurando así una fecha de culto para la historia del Punk en Argentina.

Facundo Guadagno
Redactor en Rocktambulos
Antropólogo social y cultural, escritor, escéptico y crítico
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Todas las fotos fueron tomadas por Carlos Martinez para rocktambulos.com / Todos los derechos reservados

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