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Un regreso y un final: SEPULTURA se despidió de Argentina y DEATH ANGEL volvió #Reseña

Hace ya casi 30 años que hablar de SEPULTURA es una cuestión delicada: hay quienes dicen que se extinguieron tras “Roots” (1996), otros sostienen que supieron mantenerse de pie, aunque no es lo mismo, y un grupo más reducido abrazó su nueva etapa con el mismo cariño que en los días de su formación clásica. Para sorpresa del mundo, el pasado diciembre la banda anunció su separación a 40 años de su formación, con una última gira que los llevará por todo el globo durante 18 meses. Argentina tuvo la oportunidad de formar parte de esta despedida, con una presentación muy concurrida en el Teatro Flores de Buenos Aires el pasado domingo 21 de abril, y que contó con nada más y nada menos que con DEATH ANGEL como invitados especiales.

Como soporte nacional, se presentó REINARÁ LA TEMPESTAD, banda que rinde un destacado homenaje al metal pesado argento y al legado de Osvaldo Civile, formada por sus propios protagonistas, interpretando temas de los dos primeros discos de HORCAS: el que da nombre a la banda (1990) y Oíd Mortales el Grito Sangrado (1992).

Vinieron por sangre: DEATH ANGEL volvió a Argentina

Terminada la destacada participación de los argentinos, el escenario quedó entonces para DEATH ANGEL, leyenda viviente del thrash metal de la Bay Area que con un show corto pero muy preciso mandaron un hachazo tras otro, arrancando el festín de brutalidad con “Lord of Hate”. Sin mediar palabra siguieron “Voracious Souls”, “Seemingly Endless Time”, “Buried Alive” y “I Came For Blood”, desatando en cada uno la euforia del público, que mantuvo un pogo constante y violento durante todo el show. Hicieron una primera (y prácticamente única) pausa en la que su carismático cantante, el impresionante Mark Osegueda agradeció a los presentes por su increíble energía, pasión e inspiración y comentando que se sentían muy felices de haber vuelto y ser parte de la escena argentina esa noche luego de 13 años y medio desde su primera visita al país, algo que ha nos había adelantado en la entrevista que le hicimos a Mark.

Continuaron con “The Dream Calls For Blood”, que volvió a encender el pogo con todo valiéndose de su veloz y frenético riff. Más adelante, tras un breve fragmento del clásico “The Ultra Violence” anunciaron un falso final y arremetieron con “Mistress of Pain”, y así, después de presentar a toda la banda, se despidieron -ahora sí- con “Thrown to the Wolves”, prometiendo volver, y ojalá no demoren 14 años más porque el show que brindaron fue aplastante, muy sólido y que con 60min nos dejó queriendo más, creando grandes expectativas de que la próxima sean ellos el acto principal y así disfrutar más de su música.

Una muerte anunciada: El último concierto de SEPULTURA en Argentina

El momento más importante de la noche había llegado: SEPULTURA daría su último show en Argentina, con una fanaticada ansiosa y nostálgica por escuchar las canciones que les dieron su lugar en la historia del metal y tantas otras grandes que vinieron después a integrar su discografía. Con el teatro a oscuras y luego de una intro que combinaba fragmentos cortos de varios temas, saltaron a escena abofeteando sin piedad con “Refuse/Resist” y la alegría, las sonrisas y el pogo se manifestaron de inmediato, cosa que no hizo sino crecer en intensidad con “Territory”. Tras “Kairos”, Derrick Green tomó la palabra para saludar y comentar que tienen muchas canciones para compartir e invitando a volver en el tiempo al año 1996, al álbum “Roots”, ejecutando de manera impecable “Dusted” y “Attitude”.

A continuación, fue su guitarrista y estandarte de la formación clásica con la que se popularizaron, el emblemático Andreas Kisser, quien se dirigió a los presentes haciendo saber su felicidad de volver a Argentina para celebrar los 40 años de SEPULTURA, y comentando que tocaron acá varias veces, en varias situaciones y siempre, en cada una, sintieron el calor del público argentino. También aprovechó de presentar al nuevo baterista temporal de la banda: el joven estadounidense Greyson Nekrutman, quien la descosió notablemente, tocando con contundencia y precisión durante todo el show, muy a la altura de las circunstancias.

Lo que vino a continuación fue, por decirlo de alguna manera, un segmento dedicado a material de la “nueva” etapa, entre los que destacaron “Means to an End” y el impresionante “Guardians of Earth”, ambos de su más reciente disco “Quadra” (2020), quizá el mejor recibido por la crítica, hablando de esta etapa. Un nuevo gran salto en el tiempo llevó hasta 1987 con el violento “Escape to the Void”, que prendió el pogo en uno de sus puntos más altos y tras el cual apareció el ya extrañado “ole ole ole, cada día te quiero más”.

Uno de los momentos más calmos, pero también interactivos y fiesteros de la noche, llegó con Andreas comentando que tocarían un tema instrumental y muy percusivo, y que contarían en esta ocasión con sus amigos de DEATH ANGEL para hacer una linda zapada. Se refería a la canción “Kaiowas”, en la que los thrashers casi en su totalidad (con excepción de su bajista) saltaron nuevamente al escenario acompañándolos improvisando con tambores, muy divertido.

El corto pero intenso “Biotech is Godzilla” volvió a agitar el circle pit, para luego bajar muy considerablemente las revoluciones con “Agony of Defeat”, un tema que, aunque de tempo lento, es a la vez pesado y hace lucir de manera especial la voz de Derrick Green, pasando desde sus registros más bajos a los más altos, mientras va y viene entre limpios y guturales, una gran canción que es a la vez una gran exhibición de sus capacidades. Siguió una tríada de la época más brutal de la banda y que la gente acompañó con el pogo que se merecía: “Troops of Doom”, “Inner Self” y “Arise”, en la que Derrick agitó con la consigna “quiero que destruyan este puto lugar”, llevando los ánimos siempre más y más arriba. Se ausentaron brevemente y ya se sabía que venía el encore, ese tema o mejor dicho, par de temas, que marcarían el final del show. Derrick y Andreas invitaron a bailar la siguiente canción: “Ratamahatta”, y luego sin prisa, pero sin pausa, dieron el silbato que ponía el fin definitivo con “Roots Bloody Roots”, en el que ralentizaron elegantemente la última parte agregando ese carácter distintivo que requería la ocasión.

SEPULTURA dio el que quizá fue su show más emotivo en Argentina (porque probablemente no haya otro) pero dejando muy en claro su altísimo nivel, con un sonido apabullante y una puesta en escena muy enérgica. Como bien dice el refrán: “sobre gustos y colores no han escrito los autores”, y cada quien puede tener una visión diferente respecto a SEPULTURA, su pasado y su presente y comparar como lo desee. Lo único seguro es que llegaron a un lugar que ninguna otra banda sudamericana llegó, y plantando fuerte su influencia para otras bandas tanto ayer como hoy en todo el mundo. La separación de Max en el ‘96, la de Igor 10 años después, tragedias personales de sus músicos en el medio, y un repentino cambio de baterista antes de embarcarse en esta gira despedida no hacen sino demostrar que han sabido sobreponerse y salir a flote en cada situación, por más compleja que sea y eligiendo inteligentemente poner fin a un capítulo estando aún en un gran momento. Para cualquier fan es una gran satisfacción haberles podido ver al menos una vez en la vida y más aún, dando este increíble show.

Manuel Herrera
Colaborador en Rocktambulos
En las páginas de un libro o las canciones de un disco me puedo perder, y con suerte volver. Baterista, entusiasta del audio, intento de cronista.
Amante de la música y la buena comida.

© Todas las fotos fueron tomadas por Carlos Martínez para Rocktambulos / Todos los derechos reservados

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