Hay bandas que nos pertenecen. RAMONES, DIE TOTEN HOSEN y MEGADETH podrán haber surgido en otros países, pero sin dudas han aceptado a Argentina como segunda patria. El éxito de THE CULT en este país no es tan desmedido como en los casos antes mencionados, pero sin dudas es algo para remarcar. No solo por realizar una verdadera gira por varias ciudades, tocando en Mendoza, Cordoba y Rosario, sino también, ante todo pronóstico, por llenar el Luna Park y traer un disco cuyo título honra a Ciudad oculta, la conocida Villa ubicada en el barrio de Villa Lugano, Buenos Aires. Desde la primera vez en River en 1991, Argentina ha visto pasar a muchas encarnaciones del grupo, desde las olvidables hasta las épicas.

La dupla de Astbury y Duffy no necesita empezar el show de forma tranquila para tantear el terreno; saben que el público está entregado de antemano y con las iniciales “Wild flower” y “Rain” el campo del palacio de los deportes es un hervidero. A diferencia de su visita anterior en el 2011, vemos un Ian Astbury más joven, más saludable, más activo y con su voz al tope de su juego. Mientras tanto, impecable como siempre, Billy Duffy demuestra con cada acorde por que es uno de los guitarristas más originales de la historia. Y uno de los más menospreciados, cabe aclarar.

El grupo que completan John Tempesta en batería, Grantz Fitzpatrick en bajo y Damon Fox en guitarras y teclados es de los más compactos en la historia del grupo. Si tenemos en cuenta la solidez y la frescura que tiene la banda en vivo, no es sorpresa que se hayan despachado con un disco tan bueno como Hidden City. Ingleses de clase trabajadora como son, defienden su nueva obra en vivo, donde “Dark Energy” y “GOAT” son nuevos clásicos, “Birds of Paradise” y “Deeply Order Chaos” suman matices al show, y donde en vez de pedir clásicos, nos quedamos con ganas de escuchar gemas recientes como “No Love Lost” o “Hinterland”.

Mientras la mayoría del público escucha lo nuevo con respeto y los más fieles con entusiasmo, el resto del catálogo funciona de forma impecable. Que himnos como “Sweet Soul Sister”, “Fire Woman” o “She Sells Sanctuary” suenen con tanta fuerza, radica simplemente en la esencia de la banda, que obviamente ha tenido sus influencias, pero que le ha puesto su sello a toda su obra y la interpreta con amor y respeto. Que defiende con uñas y dientes lo que son ahora en vez de caer en la nostalgia obvia. Pocas bandas pueden dejar afuera canciones como “Revolution”, “Spiritwalker”, “Edie”, “Heart of Soul”, entre tantísimas otras, y salirse con la suya.

THE CULT es una máquina de hacer hits y, sin embargo, no se aprovechan de ello. Mientras tanto, para los más fanáticos, tienen emblemas como “Peace Dog” o “King Contrary Man”. Porque por más hits que tengan, ellos son una banda de discos en su totalidad.

“Love Removal Machine” cierra una noche en la que la banda brilló desde el principio hasta el final, borrando aquella pálida versión del grupo en 2011. Los más grandes acotan a la salida que fue el mejor show desde Obras del 2000, y probablemente así sea. En esa oportunidad, la banda volvía renovada de una separación, a punto de lanzar Beyond Good and Evil, un disco tan bueno como el resto de sus clásicos. Esta vez vinieron a presentar Hidden City, un trabajo con esas mismas características que tiene mucho que ver con Buenos Aires.

La última imagen que vemos es a Duffy y Astbury abrazándose como hermanos en armas. Ellos, tan ingleses y sobrios. Ellos, que tienen esa historia de amor/odio. Ellos se abrazan porque han triunfado en batalla. Hoy THE CULT no es una banda de los 80 rememorando viejas épocas. Hoy es una banda de furioso rock and roll en tiempos en los que es muy necesitado.

Facundo Llano

Colaborador en Rocktambulos

Música, comida y libros, el resto está de más.

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