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Mística Inmortal: ABBATH regresó triunfal a Buenos Aires #Reseña

Luego del etílico episodio ocurrido en 2019, las expectativas para el retorno de ABBATH a latitudes porteñas eran altas, casi en conversación convertida en meme de: “¿qué va a pasar? ¿Subirá estable al escenario?”. Infundado, claro está, como la mayoría de creencias populares: bastaba recordar que luego de aquel incidente, canceló la gira e ingresó a rehabilitación. Pero además, había que repasar qué había estado haciendo el músico noruego en los últimos días, es decir, dando conciertos. Sin embargo, la fantasía puede más que la realidad, y ese efecto, que también lo busca el talentoso ABBATH, permitió que las afueras de El Teatrito, recinto donde iba a presentarse, se llenaran de estilizados corpsepaints. Y al final, ¿qué hizo? Bueno, veámoslo.

La jornada comenzó con los eternos deaths de EXTERMINIO ante un Teatrito que recién se estaba poblando – la puntualidad se está convirtiendo en la regla, finalmente – y, apelando a una creencia/dicho popular, importa más la calidad que la cantidad: dado que aún era temprano, los presentes que estaban en el recinto lo dieron todo, al igual que la banda en el escenario, nada que objetar, más allá de un sonido que aún estaba en ciernes de sofisticarse. Recién comenzaba la velada.

Momento para CLIMATIC TERRA y un enorme despliegue de talento, que lastimosamente se vio opacado debido a un sonido algo errático. “Acá arriba es un mundo, pero, ¿cómo se está escuchando allá?”, señaló la vocalista Silvina Harris y, la verdad, quienes respondieron positivamente fue por cortesía. Recién para el último tramo de la performance todo se ajustó y pudo apreciarse nítidamente ese gran despliegue de talento. Son cosas que pasan y el balance es más que favorable.

Clima mortuorio para los lookeados de NUCLEAR SATHAN, quienes fueron al todo por el todo, con adminículos para que se trate de una auténtica performance satánica. El sonido continuaba complicando la cosa y fue llegando a la tan temida bola de ruido. Pero, el público comprende que esto puede ocurrir, y además, su impronta no deja de ser interesante y atractiva. Siempre hay revancha.

Y con este concepto, el de “revancha”, se esperaba a ABBATH luego del fallido show de 2019. Prueba de sonido y se escuchaban algunos improperios que no vale la pena reproducir. Afortunadamente, la banda salió a las 21:59 hs con “Acid Haze”, despejando cualquier tipo de duda y, realmente, afiladísimo. Nada que reprochar: para este momento era cuestión de sumergirse en el sonido. Eso sí, en las primeras canciones había algunas cosas que mejorar, pero esto se superó conforme avanzó el concierto. Es más, la cosa iba tan bien que resultó gracioso que ABBATH se quedara sin distorsión para acompañar a Ole Andre (guitarra) en “Dream Cull”. La recuperación fue de la siguiente manera: finalización de la pieza, urgente llamada al asistente, chequeo de retorno y testeo de pedales. Nada debe fallar.

Hay que decirlo, los covers de IMMORTAL fueron muy festejados, como si el show comenzara de nuevo. Sorpresivamente, ABBATH tocó casi una hora y veinte minutos, agregando dos canciones a su set en comparación con la parada previa, Chile, y sin lugar a dudas, “The Rise of Darkness” fue un punto muy alto, por esa aura oscura, pero a la vez ganchera que llevó a un pogo violento que solo llevaba a apiadarse de quien estuviera allí por error. No niego que otros temazos como “One By One” no hayan sido festejados, pero la efusividad no fue la misma, aunque vaya si la hubo.

¿Qué interacción hubo con el público? Creo que la misma fue gestual, es decir, el vocalista haciendo pantomimas y tomándose con gracia la pose Black, pero al mismo tiempo compenetrado en la música, porque si me guío por los breves intercambios verbales… bueno, más allá de algún que otro “thank you” o “Argentina”, su acento hacía difícil comprender el sentido de la cuestión, pero a veces las palabras sobran. Ahora, ¿qué decir de Ukri Suvilehto? Pocas veces vi semejante talento tras los parches de una batería. Era símil a observar a una máquina reventando un instrumento, una especie de metrónomo humano. Tranquilamente, podría haberse hecho un show instrumental que constara únicamente de Suvilehto. Un talento realmente impresionante.

Un impresionante final con esa intrincada pieza que es “Warriors” y con la masacre de “Endless”. Performance que quitó cualquier posible fantasma, desacreditó las creencias infundadas y dejó una altísima vara para ABBATH. Felicitaciones y lo esperamos pronto.

Facundo Guadagno
Redactor en Rocktambulos
Antropólogo. Politólogo. Escritor.
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Todas las fotos fueron tomadas por Carlos Martínez para Rocktambulos / Todos los derechos reservados

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