Into The Fucking Pit: TESTAMENT volvió a incendiar Argentina #ReseñaReseñasShows (Así Fue) por Facundo Guadagno - 15/08/202515/08/2025 En el mismo momento en que reflexionamos sobre la mortalidad o crisis del Metal como expresión cultural a partir del fallecimiento de Ozzy Osbourne, y justo en el día en que MEGADETH anuncia su retiro, TESTAMENT llegó a Buenos Aires para recordarnos que algunas batallas aún se pueden librar desde los escombros. No es casualidad que una banda formada en 1983 —cuando el Thrash Metal aún tenía la urgencia del desempleo en la Bay Area en años de ajuste y Reaganomics — siga encontrando audiencias dispuestas a participar del ritual. La pregunta no es si TESTAMENT mantiene la relevancia, sino qué tipo de constitución y complicidad se genera en un contexto donde el Metal funciona más como un museo de amplio repertorio que como una revolución visceral repleta de novedades.El Teatro Flores, con su arquitectura que oscila entre lo grandioso y lo decadente – recordemos sus años como cine “Fénix” y ahora como recinto con arquitectura art decó en el techo y neoclásico en las molduras decorativas – , fue el marco apropiado para un recorrido que funcionó como manual de vigencia del Thrash. La velada contó con las notables actuaciones de PUCARÁ y FISIÓN NUCLEAR. Estos últimos contaron con muchísimo apoyo del público y anunciaron el inminente lanzamiento de un nuevo trabajo discográfico, algo digno de orgullo para una banda independiente “sin caretas”, como la definió su vocalista.Alex SkolnickChuck BillyEmpieza a sonar “Fight For Your Right”, de BEASTIE BOYS y ya sabemos qué es lo que sigue. «Practice What You Preach» abrió la noche, no como declaración de principios, sino como recordatorio de que la predicación – lo auténtico como movimiento artístico – siempre fue parte del ADN de TESTAMENT. La inclusión de la rareza, y grandiosa, “Perilous Nation”, nos permitió disfrutar de una enorme composición y el talento más que distintivo del bajista Steve Di Giorgio, una institución a estas alturas. Pero fue en «Sins of Omission» donde se evidenció la tensión central del show: ¿cómo mantener la intensidad cuando el público conoce cada arpegio desde hace tres décadas? Con oficio, claramente. La inclusión de «The Pale King» del álbum Dark Roots of Earth (2012) reveló una banda que no se conforma con administrar su catálogo clásico. No hubo diferencia generacional: los veteranos y minoría más joven lo recibieron con la pasión que antes se reservaba para «Over the Wall» o «Into the Pit».A los 63 años, Chuck Billy no canta igual que en The Legacy (1987), obviamente, pero ha desarrollado algo más valioso: una presencia escénica que funciona como traducción simultánea entre el Thrash original y su versión moderna. Durante «D.N.R. (Do Not Resuscitate)», su interpretación trasladó la brutalidad del tema original hacia un registro más ceremonial, sin perder efectividad. No se trata de nostalgia, sino de arqueología en tiempo real: cada grito recupera momentos específicos de la historia del género.Eric PetersonUn momento cumbre llegó con «Souls of Black», donde Billy demostró que la madurez vocal puede ser una herramienta más precisa que la potencia juvenil. La audiencia no solo cantó; participó de un ejercicio colectivo de memoria musical que trascendió el simple entretenimiento.Eric Peterson y Alex Skolnick mantuvieron el diálogo guitarrístico que convirtió a TESTAMENT en algo más que Thrash ortodoxo – categoría que jamás les podría quedar cómoda -. Durante «Electric Crown» y «More Than Meets the Eye», la interacción entre ambos funcionó como masterclass no declarada: cada solo de Skolnick encontró respuesta en los riffs de Peterson, construyendo una conversación que el público siguió con la atención que se reserva para los momentos ritualísticos. La sección rítmica, completada por la batería enérgica del virtuoso Chris Dovas, incorporado a las filas del grupo desde 2023, cumplió su función de mantener la estructura con los destellos de creatividad que el material original exigía. TESTAMENT 2025 es una máquina aceitada, y una máquina aceitada que logra sorprender.Steve Di GiorgioNo obstante, el oficio, la clase y la maestría no tapan una mezcla sonora que estuvo lejos de la nitidez y tuvo momentos extraños. O el bajo se perdía en un lodo de audio o las guitarras, directamente, volaban a cualquier lado de la ecualización. Lo mismo podía llegar a ocurrir con la voz. Afortunadamente, el público y su constante agite con la mayor de las pasiones se adueñó de la noche.El público estuvo en llamas. Afuera había un frío gélido y dentro del recinto la temperatura era insoportablemente calurosa. Los moshpits eran continuos y cada vez que alguien del grupo iba a hablar era interrumpido por el conocido “TESTAMENT es un sentimiento…”. El conjunto respondió perplejo. La reciprocidad fue también material: “huelo marihuana”, destacó Chuck Billy y, rápidamente, fue convidado con el producto que percibió.Que una leyenda como TESTAMENT siga tocando en lugares como El Teatro Flores y no en un estadio dice más sobre el estado del Metal que cualquier análisis de mercado (en 2022 estuvieron junto a KREATOR en Teatro Vorterix mientras que en 2017 fue Flores el teatro elegido y en 2015 apostaron por Groove en compañía de CANNIBAL CORPSE, por solo nombrar algunas de sus visitas). El recinto de Flores, con su capacidad limitada a casi 2 mil personas y su acústica íntima, transformó el show en experiencia casi privada. «Low» resonó con una profundidad que hubiera sido imposible en un espacio masivo – en especial en el último “low” que Chuck Billy canta en su registro bajo -, mientras que «First Strike Is Deadly» recuperó la urgencia que se pierde en los festivales multitudinarios. Chris DovasPero que no se malinterprete, tocar en escala reducida no representa decadencia, sino reconfiguración: TESTAMENT encontró un espacio donde su propuesta funciona sin artificios. El Metal de estadios pertenece a otra época y pocos tienen el privilegio de seguir llenando esos lugares; lo que presenciamos fue Metal de teatro – en algún término -, con toda la carga simbólica que eso implica.«Into the Pit» cerró la noche como debe ser: con la certeza de que algunas canciones trascienden su contexto histórico. Sí, es cierto que faltó “Alone In The Dark” pero fue reemplazada por rarezas. Eso sí, el verdadero cierre llegó cuando las luces se encendieron y el público, de cohortes cuarentonas y cincuentonas en su gran mayoría, volvió a corear cánticos futobolísticos para la banda, que corrió a buscar sus celulares para filmar lo que ocurría, no sea que en casa nadie se los crea. Luego de eso, tocaba regresar a nuestras vidas cotidianas. TESTAMENT ofreció más de noventa minutos de suspensión temporal, pero la realidad post-show confirmó lo que ya sabíamos: el Metal funciona, cada vez más, como un evento extraordinario.TESTAMENT demostró que la supervivencia no requiere reinvención constante, sino adaptación inteligente. En un mundo donde el Metal se consume como producto nostálgico, la banda encontró la fórmula para mantener complejidad artística sin renunciar a la eficacia comercial: anunciaron nuevo disco antes que termine 2025 y prometieron su retorno al país en “algo así como dos años”, según comentó Chuck. No presenciamos el Thrash Metal de hace cuarenta años —ese tiempo pasó— sino su versión más sofisticada: un ritual compartido que funciona porque todos los participantes entienden las reglas del juego.Chuck Billy se despide del público argentino en medio de cánticos y ovacionesFacundo GuadagnoRedactor en RocktambulosAntropólogo. Politólogo. Escritor. View this post on InstagramA post shared by Rocktambulos (@rocktambulos)©Todas las fotos fueron tomadas por Frank Hernández para Rocktambulos / Todos los derechos reservados