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Virtuosismo en llamas: OPETH celebró su evolución en Buenos Aires #Reseña

El anuncio de una visita de OPETH siempre genera expectativas, pero sobre todo emociones entre sus fans. Si bien nunca han sido una banda masiva -ni siquiera dentro del metal- es uno de los grupos más respetados y admirados en el género pesado. Hablar de OPETH es hablar de maestros, son palabras mayores, por eso sus giras siempre tienen una gran respuesta por parte de los fans. Lejos están de llenar estadios, pero este año en Chile llenaron dos veces el Teatro Caupolicán y en Argentina agotaron el Teatro Flores. Por suerte tienen el público suficiente para hacer giras mundiales y visitarnos en estas tierras tan lejanas (y calurosas) para ellos.

Su presentación en el Teatro Flores de Buenos Aires el pasado 13 de febrero fue una reprogramación de la gira que debía llegar en 2020 pero fue cancelada por la pandemia del Covid-19. En aquel momento se suponía que llegarían para presentar su nuevo disco, In Cauda Venenum, pero el tiempo pasó así que los planes cambiaron. La nueva gira, titulada «Evolution XXX» celebra los 30 años de carrera del grupo y nos ofrece un setlist con temas de todos sus discos. Mucho mejor, ¿no?.

Los fans que guardaron sus entradas y los que las compraron después, se reunieron para llenar el teatro en su totalidad durante una tarde tan lluviosa como calurosa y celebrar un nuevo reencuentro con el legendario grupo sueco conformado actualmente por Mikael Åkerfeldt, Fredrik Åkesson, Martín Méndez, Joakim Svalberg y Waltteri Väyrynen.

Coral

La banda encargada de abrir la velada fue CORAL, agrupación argentina de larga trayectoria que fusiona el Thrash Metal con el Hard Rock y destaca por su imponente puesta en escena. Ante un teatro que ya se veía casi lleno, el grupo liderado por el guitarrista Facundo Coral supo levantar al público durante su breve pero enérgico show. Si bien ya se habían ganado la admiración de muchos de los presentes con sus temas originales, el punto más alto llegó cuando versionaron «Overkill» de MOTORHEAD, con Facundo encendido en llamas y bajándose del escenario para entregarse físicamente al público, haciendo magia con la guitarra desde la valla y dejando una excelente impresión a quienes todavía no los conocían.

Demons of the… Summer: OPETH en Argentina

Todos esperabamos que se hicieran las 9 de la noche, hora pautada para el show de OPETH, cuando sorpresivamente las luces se apagaron y comenzó a sonar «Seven Bowls», tema de Aphrodite’s Child que utiliza la banda sueca como introducción a sus recitales. Eran apenas las 8:45 pm, por lo que, además de los gritos de emoción correspondiente, pudimos ver a la gente dejar lo que estaba haciendo y correr. Algunos hacían fila para comprar alguna cosa, otros estaban yendo al baño o conversaban en los pasillos, pero algo mucho más importante estaba por ocurrir.

Comenzaron los acordes de «Ghost Of Perdition» y se desató la locura. Desde el propio primer tema se podía ver a un público entregado, cantando las letras, coreando los riffs, saltando, pogueando y más. Era la liberación de una emoción contenida durante casi 6 años, y es que ese fue el tiempo que tardó la banda en regresar desde aquella visita en 2017. La ovación al final de la canción fue tan fuerte -incluyendo un «olé, olé… opeth, opeth»– que parecía que el show había finalizado. Pero esto apenas comenzaba y el siguiente sería uno de esos clásicos que te vuelan la cabeza desde la primera vez que lo escuchas: «Demon of the Fall», particularmente, uno de mis favoritos de la vida.

Mikael Akerfeldt

Apenas habían pasado dos canciones y esto ya puntuaba para «show del año» (y solo estamos en febrero). «Muchas gracias» dijo, en español, Mikael Akerfeldt al terminar «Demon». Fue su primera interacción con los fans. «Antes de continuar tengo que felicitarlos por la copa mundial», comentó el vocalista, ya en inglés, desatando gritos y más aplausos todavía. «No me importa mucho el fútbol pero entiendo que para ustedes es algo muy importante», aclaró, a la vez que se disculpaba por haber pasado tanto tiempo sin venir. «Se suponía que vendríamos mucho antes pero todo se jodió» explicó, en relación a la pandemia que canceló su gira dos veces. «Pero aquí estamos, y esta es una celebración. Hoy vamos a tocar una canción de cada uno de nuestros discos» concluyó Akerfeldt, mientras bromeaba diciendo, irónicamente, que estaba haciendo mucho frío y presentó «Eternal Rains Will Come».

«Mi-gue-lito» coreaba el público entre canciones, y Mikael no dudó en responder: «¡That’s me! (ese soy yo), Me gusta ese apodo, gracias». «Tengan cuidado que me puedo mudar para acá» bromeó ante la constante demostración de afecto por parte de los fans. La personalidad conversadora de Akerfeldt lo convierte casi en un humorista y hace de los espacios entre canciones una especie de stand-up donde, además de interactuar, dice chistes y se burla de sí mismo. «Aunque nos vemos muy jóvenes somos en realidad unos viejos hijos de p***, bueno, todos menos uno», aclaró, en referencia al nuevo baterista, Waltteri Väyrynen.

Waltteri Väyrynen

Así como la personalidad de su líder, el virtuosismo de OPETH no tiene descanso, y con cada una de sus canciones la banda nos ofreció una clase maestra de metal progresivo, pero lo que si pudimos obtener esta vez fue una alternabilidad entre canciones pesadas o rápidas y canciones suaves o lentas. Luego de la poderosa «Under the Weeping Moon», donde durante casi 10 minutos la agrupación se pasea por distintos tipos de sonidos, tempos y emociones, vendría el turno de relajarnos con la balada más famosa que tienen los suecos.

«¿Ustedes usan Spotify?» preguntó el vocalista. «A mí no me gusta mucho Spotify pero alguien me dijo que esta era nuestra canción más escuchada allí». Se refería a «Windowpane», un temazo que muchos esperaban y que junto con el clásico «Harvest» -que le siguió en el orden- conformaron uno de los momentos más emotivos de la noche. Esta última fue dedicada a los fans, por parte de Mikael, como un premio luego de poner competir a los de arriba contra los de abajo a ver quien gritaba más fuerte.

El protagonistmo de Akerfeldt es evidente, pero él sabe que no está solo y que particularmente uno de sus integrantes es muy querido en estas tierras: el bajista Martín Mendez. «U-ru-Guayo, u-ru-guayo» coreaba el teatro en pleno cuando Mikael lo presentó y el músico aprovechó para tocar en el bajo los acordes de «Vamos, vamos, Argentina…», ese cántico de cancha que habla de un banda quilombera que no deja de apoyar. El público como era de esperar, lo acompañó con sus voces dándonos el momento nacionalista de la noche.

Martín Mendez

«La siguiente es la canción más larga que hemos hecho» nos decía Akerfeldt antes de interpretar, por primera vez en Argentina, «Black Rose Inmortal». «Para algunos es una buena noticia, para otros es una mala. Pero no es aburrida eh, es un tema divertido» advirtió antes de regalarnos ese debut y activar nuevamente los pogos en el sector inferior del teatro con uno de los clásicos más ansiados por los fanáticos de la vieja escuela. Le siguió «Burden», otro de los clásicos mid-tempo que formó parte de este setlist soñado. A estas alturas ya nos podíamos dar por pagados, porque no solo estábamos ante una ejecución impecable de temas icónicos, sino que contamos con un sonido impecable que pocas veces se ha visto en este recinto. Son muchos los detractores que tiene el Teatro Flores por un supuesto mal sonido, pero noches como éstas nos demuestran que «no es la flecha, es el indio», como dice el refrán, y cuando la banda cuenta con un buen sonidista capaz de sacarle provecho al lugar, el Teatro Flores puede sonar increíble. Recuerden eso la próxima vez que busquen culpables por un mal sonido en ese lugar.

«Burden» arrancó sin presentación alguna pero desde el primer acorde fue reconocida por todos y durante su interpretación se pudo ver como algunos se emocionaban hasta las lágrimas en la audiencia. El coro fue acompañado al unísono por todo el teatro y con esa postal nos asegurabamos de que nadie podía ser indiferente a lo que estaba ocurriendo en el escenario. A continuación les dejo un video con ese momento:

«Burden» cantada por el público

La clase maestra de metal llegaba a su recta final con «The Moor», otra de esas joyas de la vieja era de OPETH que trascienden el género y se convierten en referentes de la música pesada, siendo continuada por dos grandes temas de la nueva era: «The Devil’s Orchard» del polémico Heritage (2011) con el que el grupo comenzó a alejarse del death y los guturales, y «Allting tar slut», de su más reciente álbum, In Cauda Venenum, la cual sirvió para que el guitarrista Fredrik Åkesson mostrara su talento vocal en esos coros a dos voces. En este punto Mikael volvió a hacer mención sobre el calor que se sentía en el recinto y que parecía estar afectando a algunas personas en el público. «¿Están bien?» preguntó, al ver que algunas personas habían sido sacadas en brazos por el vallado.

Es evidente que el sistema de refrigeración del teatro no alcanza en épocas como esta, mucho menos en recitales donde el público salta, se agita y genera más calor, como son los eventos de metal. Resulta lamentable que no tengamos lugares para recitales capaces de ofrecer un ambiente saludable durante el verano. Pasó también en los shows de THERION en Teatrito y KAMELOT/LT RHAPSODY en el mismo Teatro Flores, por nombrar los más recientes donde escuché a los artistas quejarse, disimuladamente, del calor, catalogando sus shows en Buenos Aires como los más calientes de la gira.

Por fortuna, hacia el final del show algunos miembros del equipo de prevención comenzaron a rociar agua sobre la gente, usando botellitas de medio litro, un gesto que se aprecia bastante aunque lo ideal es que no fuera necesario, tratándose de un lugar cerrado con sistema de refrigeración.

Fredrik Åkesson

Tras haberse retirado del escenario durante unos minutos, OPETH volvió para el encore. Primero Martín, que con el bajo comenzó a tocar el intro de «Sorceress», acompañado de batería y teclado, y luego se fueron sumando Mikael y Fredrik. Estábamos por llegar al final y el público no podía irse sin cantarles una infaltable canción, la del sentimiento que «no puedo parar». El baterista Waltteri Väyrynen, que por primera vez acompaña al grupo en estas tierras, no pudo contener la tentación y se unió a los fans tocando al ritmo del tema. «Eso fue interesante», dijo Mikael al finalizar el cántico y remató con: «Buenos Aires, ustedes son increíbles. Son los mejores. No importa quien esté tocando». Era el momento de presentar a cada uno de los integrantes y anunciar el último tema: «Deliverance», probablemente la canción más tocada por la banda en su historia y un clásico que todo fan espera escuchar cuando asiste a un show de OPETH.

Un cierre espectacular, para un show espectacular, como era de esperar, y cuando miramos la hora nos dimos cuenta que habían pasado más de dos horas. Fueron dos horas con veinte minutos -para ser exactos- de pura magia y brutalidad musical, donde experimentamos en vivo lo que pasa cuando el poder de la música más pesada se fusiona con la más delicada y melancólica de las composiciones, algo que Akerfeldt y compañía han sabido realizar con maestría durante décadas y que nos recuerdan cada vez que pueden, con cada visita. Ciertamente ya no son jóvenes, como dijo Mikael, pero la energía y la aptitud está intacta (ni hablar de la actitud) y nos hace muy felices saber que a pesar de los altos y bajos, todavía nos queda OPETH para rato. Ojalá no pasen otros 6 años para su próxima visita.

Frank Hernández
Director en Rocktambulos
Escucho más de lo que veo y escribo más de lo que leo.
Periodista musical. Radio Host. Colaborador en Billboard y Rockaxis. Fundador de Rocktambulos
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Galería fotográfica de OPETH en Argentina

Todas las fotos fueron tomadas por Carlos Martínez para rocktambulos.com / Todos los derechos reservados

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