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Sentimentalmente felices: PORCUPINE TREE debutó en sudamérica 35 años después #Reseña

Desde que se anunció la reunión de Steven Wilson, Richard Barbieri y Gavin Harrison, más de una década después de su separación, todos los fans alrededor del mundo cruzaron los dedos para poder verlos en vivo. Esa noticia llegó, y Chile fue el único país del sur que tuvo la oportunidad de ver el esperado regreso de PORCUPINE TREE, quienes además, pisaban nuestro continente sudamericano por primera vez. Un debut ansiado, un sueño cumplido, un privilegio de pocos.

Es importante resaltar que la cita en Santiago ha sido, hasta ahora, la de mayor convocatoria, siendo el  Movistar Arena el lugar más grande en el que toca el grupo desde su retorno a los escenarios, 12 años después. ¿Casualidad? No, su demorado estreno en este lado del mundo generó muchas expectativas y nadie quería perderse la oportunidad de saber lo que se siente escuchar en vivo a estos tres británicos, virtuosos del rock y el metal progresivo, esta vez reforzados con el bajista Nate Navarro y el guitarrista/corista Randy McStine.

Puntual, a las 21:00 hs, se apagaron las luces y terminó la espera. Una espera que para muchos ha sido de toda una vida, y esa emoción era palpable entre la audiencia. “Blackest Eyes” es el tema con el que el grupo británico decidió abrir la noche y el público aprovechó la energía de la canción para liberar todas esas emociones contenidas por años. Gritos, saltos y hasta empujones en el sector cancha fueron la bienvenida que los fans le dieron a la banda. “¿Están listos para mantener esa energía durante 3 horas?” preguntó Steven Wilson, al terminar ese primer tema.

Lo que siguió después fue una seguidilla de canciones nuevas, como “Harridan”, “Of The New Day”, “Rats Return” y “Dignity”, aunque estas dos últimas tuvieron dos grandes clásicos intercalados: “Even Less” y “Drown With Me”, bastante coreados por el público. Recordemos que PORCUPINE TREE se encuentra promocionando el disco Closure/Continuation (2021), que por cierto, elegimos como uno de los mejores de lo que va de año, así que durante esta gira la banda ejecuta todas y cada una de las canciones que lo integran, algo muy poco común.

“Hace 21 años compuse esta canción,” comentó Wilson al presentar “The Sound Of Muzak”, cuya letra vale la pena analizar. “Sí, es mucho tiempo, algunos de ustedes no habían nacido. Yo escribí esta canción acerca de cómo la música se estaba transformando en contenido que sería controlado por las máquinas. ¡Hace 21 años, por favor!”, exclamó entre risas un Steven muy orgulloso de haber sido, en efecto, un visionario.

Antes de deleitarnos con “Last Chance To Evacuate Planet Earth Before It Is Recicled” -donde las visuales mostraron en video al famoso Marshall Herff Applewhite dando el discurso que inspiró el tema- Steven preguntó quienes de los presentes escuchamos a la banda desde el milenio pasado. “Es una pregunta capciosa”, bromeó el vocalista, mientras nos explicaba que se trata de una canción antigua, del disco Lightbulb Sun, que justamente fue publicado en el 2000, al inicio del “nuevo milenio”, y nos adelantaba que muy pronto se irían a un descanso de 20 minutos. “Chimera’s Wreck”, temazo que también pertenece al nuevo disco, fue el encargado de cerrar ese primer set y dejarnos a todos con la melancolía a flor de piel.

Antes de irse, Wilson pidió que aprovecharamos el descanso para recargar baterías y al parecer los asistentes se lo tomaron en serio, porque el arranque del segundo set fue nuevamente una descarga de energía en el sector delantero, con mucha gente siendo empujada en medio de los saltos y la euforia de los fans. “Fear Of A Blank Planet” fue el tema elegido para iniciar esta segunda mitad por todo lo alto, pero las revoluciones bajarían inmediatamente ya que lo que siguió fueron tres joyas del catálogo más sentimental y emotivo de la banda: el clásico “Buying New Soul”, la emotiva y novel “Walk The Plank” y la esperada -y posteriormente ovacionada- “Sentimental”, estas últimas dos con Steven sentado al piano por primera vez. Esa disposición en tarima los hacía ver como un trío, ya que tanto Nate Navarro (bajo) como Randy McStine (guitarra), se mantienen a los costados del escenario y la configuración muestra en el centro, de izquierda a derecha, a Barbieri, Wilson y Harrison, todos al mismo nivel, una visual del grupo que nos quedará para siempre en la memoria.

Con “Heard Culling” terminaron de mostrarnos el nuevo disco y fue ahí cuando llegaría una de las joyas más esperadas por todos los fans: “Anesthetize”, no sin antes presentar a los nuevos músicos que acompañan a la banda. “Ellos vienen de tu país favorito, Estados Unidos” bromeó Steven al referirse a la nacionalidad de sus dos nuevas adquisiciones e inmediatamente la gente respondió con un abucheo. “No es culpa de ellos” aclaró Wilson, mientras Nate y Randy sonreían y agradecían por los merecidos aplausos recibidos de la audiencia. “Peluca, peluca” comenzó a gritar la gente, que no tardó en apodar al nuevo guitarrista, mientras otros pedían un solo de bajo por parte de Nate.

Fue allí cuando la banda nos dió el honor de poder escuchar “Anesthetize” completa, con sus tres secciones y sus casi 18 minutos de duración, desatando una locura entre los metaleros presentes, que no pararon de saltar y hacer headbangin’ cuando empezó “The Pills I’m Taking”, la segunda y más pesada parte de la canción, mientras que para “Surfer”, la tercera y más suave sección del tema, la gente iluminó con su celular todo el domo, un hermoso momento que motivó a Steven a decir, en español: “Muchas gracias Chile”. La oscura “I Drive The Hearse” y la siempre seductora “Sleep Together” fueron las canciones encargadas de dar cierre al segundo set, pero aunque la banda se fue del escenario nadie se movía porque sabíamos que aún habría más.

La mejor versión de un legado invaluable

Wilson, que esta vez lució una remera/polera que decía “Lovers”, estuvo en uno de sus mejores días vocalmente, lo cual fue un gran alivio para quienes habíamos visto las noticias de la gira, donde tuvo que saltarse algunos temas en varios shows por problemas en la voz e incluso en algunos videos que hay en redes sociales se le escuchaba con dificultades para llegar a algunos tonos. Este no fue el caso, y es irónico porque uno pensaría que por tratarse de la última fecha de la gira americana, llegaría más cansado, pero fue todo lo contrario. Si comparamos la voz de Steven en el primer show del tour, en Canadá, con la de esta noche, la diferencia es notable, para bien.

¿Qué decir de Gavin Harrison? No es ninguna sorpresa el nivel de ejecución que tiene este monstruo de los tambores. Quienes lo vimos en vivo con KING CRIMSON sabemos de lo que es capaz, pero verlo con su banda original, la que lo dió a conocer, es una emoción diferente. El virtuoso baterista es uno de los más queridos por el público y su nombre se escuchó repetidas veces en un coro unísono durante la noche. De hecho, en algún punto cuando la gente coreaba “Gavin, Gavin”, Steven preguntó, sonriendo, “¿Kevin?”. Lo dijo como chiste interno por una anécdota reciente ocurrida en México, donde Gavin fue a un Starbucks y quien le atendió escribió en su vaso “Kevin” en lugar de “Gavin”. El baterista subió la foto a su IG y con un texto que decía “La version internacional de Gavin”.

Richard Barbieri es, definitivamente, el que se mantiene en más bajo perfil. Por momentos ni siquiera lo vemos entre el humo y las luces, pero su cabellera blanca lo delata. Detrás de los teclados y sintetizadores es un genio encargado de darnos esas atmósferas por las que todos reconocemos a PORCUPINE TREE y esta noche no fue la excepción, sobre todo en canciones suaves y pasajes electrónicos de algunos temas, como “Sleep Together”, logrando que ni siquiera hiciera falta ver lo que estaba pasando en el escenario, porque con escuchar ya era suficiente.

Y hablando de escuchar y no ver, resultó curioso que las pantallas de la Arena solo proyectaran una imagen a plano abierto de la banda, en lugar de acercamientos con cada integrante. No hubo casi ninguna diferencia entre eso, y tenerlas apagadas, por lo que quienes estaban en los sectores más alejados no pudieron ver casi nada. Desconozco los motivos, sin embargo, con base en las restricciones fotográficas que la banda tiene en su contrato, me atrevería a asegurar que ni siquiera cuentan con un equipo de producción audiovisual en vivo, ya que toda su gira se llevó a cabo en recintos medianos, sobre todo teatros, con capacidades de entre 4 mil y 8 mil personas, en los cuales no hacía falta cámaras ni pantallas repetidoras.

Un show con presencia internacional

Steven Wilson es un gran frontman y él lo sabe. Entre gestos, poses, miradas y caminatas de un lado al otro, se apodera del escenario y al menos en dos ocasiones se lanzó al piso mientras tocaba la guitarra. Él es el director de esta orquesta, el capitán del equipo, el líder de la banda, y aunque ya ha estado por estas tierras varias veces con su proyecto solista, verlo por primera vez con sus compañeros, Barbieri y Harrison, parece casi un sueño. Al ser esta la única presentación en el sur, era lógico que hubiese asistencia internacional en el show, por lo que entre el público se podían ver banderas de Perú, Venezuela, Argentina y Brasil, entre otras.

“¿Brasil? ¡Wow, viajaste hasta aquí!” dijo el vocalista luego de que alguien adelante le mostrara su bandera de Brasil. Acto seguido, el propio Steven pregunto: “Y de Argentina? Quien?”. Para todos fue una sorpresa que la gira no incluyera ni Argentina ni Brasil, pero él sabe que si la montaña no va a Mahoma… y por eso comenzó a preguntar quienes vinieron desde otros países. 

“Muchas gracias” dijo en completo español, en repetidas ocaciones, el virtuoso Wilson, que a pesar de iniciar sus shows con un cartel de “no grabar/no tomar fotos”, esta vez no se preocupó por lo que la gente hiciera y hasta él mismo sacó su teléfono para grabar lo que estaban haciendo sus fans, rompiendo -en cierto modo- sus propias reglas.

“No te olvidaré cuando nos vayamos”

“Nos dejan pensando en por qué nunca vinimos, no tengo idea del por qué, pero perdón” confesó Steven Wilson luego de tocar el irreverente “Halo,” -del disco Deadwing– ante miles de entregados fans, y agregó: “Sabemos que no habíamos venido nunca y les pido disculpas si no tocamos la canción particular que querían escuchar pero esperamos que estén felices de que estemos aquí”. La aclaración tiene mucho sentido si tenemos en cuenta que durante este regreso la banda dejó por fuera uno de sus temas más queridos: “Arriving Somewhere But Not Here”, aunque obviamente en una discografía tan excelsa como extensa, fueron muchas las joyas que inevitablemente quedaron fuera.

Steven no se podía ir sin un último chiste: “Para cerrar vamos a hacer un medley de ‘Sweet Child O’ Mine’, ‘Hotel California’, ‘Enter Sandman’…” dijo el cantante ante las risas del público. “Mentira, nosotros no hacemos esas cosas, vamos a tocar una canción que no fue ningún éxito radial pero por algún motivo es nuestro tema más popular”. Se refería a “Trains”, la canción elegida para dar cierre a una noche mágica que muchos pensamos que no ocurriría, pero antes nos enamoraron con la emotiva “Collapse The Light Into Earth”, donde las luces mostraban únicamente a Steven, acompañado de su piano, interpretando una de las baladas más hermosas que la banda ha publicado, mientras el recinto se volvía a iluminar con luces de los celulares. No es casualidad que sea una de las últimas del setlist, ya que una de sus líneas reza: “No te olvidaré cuando nos vayamos”, y honestamente eso es lo que todos queremos creer, que después de lo que ocurrió esa noche y vuelvan a casa, no nos olviden nunca.

Tres horas después, la sensación de felicidad se podía notar en las caras de la gente, una felicidad llena de sentimentalismo que se mezclaba entre gente que a la salida lloraba y gente que sonreía incrédula. Tuvimos suerte que tocaron el set completo, con el que arrancaron la gira, porque “Sentimental” la sacaron del set en varios shows y “Halo” se la saltaron una vez porque Steven se sentía mal. Afortunadamente el sur le sentó bien a Wilson y nos fuimos con la satisfacción de haber visto la mejor versión posible del vocalista y del grupo.

Esta vez Chile fue el epicentro de un debut sudamericano que muchos esperamos que sea la prueba piloto para futuras giras por la región. Las entradas agotadas hablan por sí solas de lo que significa PORCUPINE TREE para el público local y el hecho de que haya sido un éxito nos invita a soñar con que más temprano que tarde volverán, esta vez para recorrer más países, después de todo, muchos de los que estuvieron anoche bajo esa cúpula, vinieron de otros lugares solo para ser parte de la historia y estoy seguro que hoy todos pueden decir que ese viaje -con todo el sacrificio que implica- valió la pena.

Frank Hernández
Director en Rocktambulos
Escucho más de lo que veo y escribo más de lo que leo.
Periodista musical. Radio Host. Colaborador en Billboard y Rockaxis. Fundador de Rocktambulos
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